Una mujer testigo de Jehová fue trasplantada sin transfusión de sangre en Rosario
El procedimiento se realizó en el Hospital Privado hace dos semanas. La mujer padecía una hepatitis fulminante y trabajaron 60 médicos. Es la primera vez que se realiza en el interior del país.
Parte del equipo que intervino a la mujer en el Hospital Privado (Gentileza diario La Capital).
Para buscar antecedentes en el país, la primera intervención de este tipo se realizó en el Hospital Italiano de Capital Federal en 2001. Ahora y marcando un hito en la ciudad y en el interior de la Argentina, la Unidad de Hígado del Hospital Privado de Rosario (HPR) realizó un trasplante hepático sin transfusión de sangre.
En aquel entonces también se trasplantó a una testigo de Jehová al implantarse un hígado sin transfusiones sanguíneas, cumpliendo con la doctrina religiosa que impide a sus fieles recibir sangre de otra persona en sus venas.
Equipo multidisciplinario
Para llevar adelante este desafío, debieron trabajar en equipo y en forma multidisciplinaria las áreas de infectología, hemoterapia, terapia intensiva, anestesiología, cirugía general, enfermería e instrumentistas quirúrgicos.
Intervinieron 60 profesionales del Hospital Privado. El coordinador de la Unidad de Hígado y jefe del Servicio de Hepatología del centro médico, Andrés Ruf, aclaró que "una cosa es no necesitar transfusión y otra, no poder hacerla".
"La hepatitis autoinmune es una agresión de su sistema inmune al hígado. Lo ataca como si fuese extraño. En la paciente se manifestó la enfermedad porque se puso muy rápido con la piel de color amarillo (señal de ictericia)", apuntaron los profesionales.
Para enfrentar un trasplante hepático sin transfusión, el equipo debió "ahorrar sangre" desde el primer momento. Y se hizo estimulando la médula ósea. Durante el trasplante se utilizó el sistema cell saver para la recuperación de los propios glóbulos rojos de la paciente. Por ello resultó crucial la participación activa del servicio de Hemoterapia del HPR.
"La paciente aceptó que, durante el trasplante, podamos aspirar los glóbulos rojos que se perdían y volverlos a implantar. Esto permitió que la sangre que se perdía en el campo operatorio, vuelva a circular para recuperarse. Lo cual nos permitió realizar la cirugía más tranquilos", explicó Ruf.
Además, el equipo de Trasplantología Hepática debió optimizar al máximo las extracciones de sangre luego de la cirugía. El cuerpo médico definió qué monitorear y su frecuencia. "Fue un trabajo de relojería, porque hubo muchos profesionales involucrados", señaló el coordinador de la Unidad de Hígado.