Terraplanismo científico
El ruido provocado por los movimientos anti-vacunas siembra confusión y exige afrontar la polémica para rebatir argumentos, en su mayoría falaces y contrarios a las evidencias recogidas durante siglos por la ciencia.
La humanidad en su conjunto está esperanzada en que llegue pronto la vacuna contra el Covid 19 para así terminar con el flagelo más extendido que se recuerde en materia de salud pública. La devastación que en todos los órdenes dejarán la pandemia y las medidas impuestas por los distintos países para evitar el descalabro sanitario determina que aumente la ansiedad por conocer el momento preciso en el que la ciencia anuncie que es posible tener un antídoto efectivo contra el coronavirus.
Pero mientras la mayoría de los seres humanos afligidos por esta dura realidad se mantienen expectantes y atentos a las noticias que llegan desde las fuentes científicas más prestigiosas, algunos grupos minoritarios pero con poder de difusión importante, mantienen un discurso que pone en duda una verdad científica demostrada a lo largo de la historia. Son los "terraplanistas" científicos que conforman lo que hoy se denomina el "movimiento anti-vacunas".
El crecimiento de estas corrientes que niegan las evidencias científicas puede ser preocupante. A pesar de que son muchos los estudios que han demostrado que no existe relación entre las vacunas y el autismo, y a pesar de que la comunidad científica se muestra unánime al respecto, la desconfianza hacia las vacunas continúa en alza especialmente en Europa y Estados Unidos. Esta desconfianza lleva a muchos padres a no vacunar a sus hijos con la consiguiente merma en la inmunidad. Es así que, en los últimos años, se ha disparado el número de caso de enfermedades que se creían ya erradicadas gracias a los programas de vacunación.
Si bien la historia de las vacunas puede remontarse al siglo XI en la antigua China, la historia nos habla de Edward Jenner, un médico inglés que en 1796 consiguió certificar su experimento de inmunización con secreciones extraídas de vacas que se habían contagiado de viruela. De ahí el nombre de vacuna. El estudio de Jenner duró casi dos décadas y permitió un avance notable en el tratamiento y prevención de cientos de enfermedades que causaron estragos en la humanidad. Durante los siglos posteriores, los avances de la ciencia permitieron mejorar las vacunas y los planes gubernamentales las pusieron a disposición de todos.
Es decir, la historia demuestra que la vacunación fue uno de los adelantos sanitarios más impresionantes en la vida del hombre. Numerosas patologías han sido erradicadas gracias a los operativos masivos que se llevaron a cabo en todo el mundo. Además, la ansiedad con la que se espera la vacuna contra el Covid es una muestra clara de que la humanidad continúa creyendo en este método y confiando en la seriedad de los laboratorios que las producen. Que todavía no se haya presentado la vacuna definitiva es también un indicador positivo. Porque, aunque parezca lo contrario, la demora en lanzarla se debe a la exigencia científica muy rigurosa que debe certificarse.
De todos modos, el ruido provocado por los movimientos anti-vacunas siembra confusión y exige afrontar la polémica para rebatir argumentos, en su mayoría falaces y contrarios a las evidencias recogidas durante siglos por la ciencia.