Se duplicó la cantidad de asistentes a merenderos y comedores comunitarios
Antes eran chicos y meriendas, ahora son familias enteras con adultos desocupados o jubilados los que se acercan a buscar un plato de comida, una taza de leche y hasta la cena.
En al menos cinco comedores comunitarios y merenderos de San Francisco se sumaron en el último año unos 180 niños y adolescentes -entre ellos algunos adultos-, representando un 67 % más de raciones entregadas en estos lugares.
El dato surge de un relevamiento realizado por LA VOZ DE SAN JUSTO, lo que muestra el impacto de la crisis económica en el país enmarcado en el crecimiento de la pobreza (32 %) que mostró el último jueves el Instituto de Estadísticas y Censos (Indec) para el segundo semestre de 2018.
Como ocurre en estas épocas y en diversos puntos del país, la cantidad de espacios que brindan un plato de comida o una taza de leche a los sectores más vulnerables crece, al igual que el número de personas que los reciben.
Los Pequeñitos, Compartiendo Sueños, Rinconcito de Luz, Los Peques de barrio Parque y Madres de San Cayetano, en cada lugar, ante la consulta de este diario reflejaron con preocupación la necesidad de contar con mayor cantidad de raciones alimentarias para atender la creciente demanda.
Se van sumando
Carmen Barrera, integrante del merendero Los Peques de Barrio Parque, ubicado en el Salón de Usos Múltiples del sector, reconoció que hace un año atendía a 45 niños pertenecientes a familias del barrio mientras que ahora debe hacer magia para que los alimentos que consigue cubran la necesidad de 80 niños y adolescentes, entre 1 y 18 años. Es decir, el doble.
En este espacio se brinda la merienda de lunes a viernes, de 17 a 19. Para la atención de los niños y jóvenes actualmente trabajan unas cinco personas voluntarias.
"Nosotros comenzamos en mayo del año pasado y a menos de un año de comenzar ya tenemos unos 80 chicos en el merendero. Cuando vienen chicos nuevos solo se acercan y nos preguntan si pueden tomar la leche. Muchos están como vergonzosos porque no les gusta nada venir a pedir que les den de comer", explicó Barrera.
Elba Prada, del comedor comunitario Madres de San Cayetano (Guatemala 155), asiste junto a cuatro voluntarios a unas 140 personas actualmente, cuando el año pasado eran alrededor de 80. Allí, cada martes y jueves ofrecen la cena.
"Cuando comenzamos con el comedor atendíamos solo a niños y después, cuando vimos la demanda que había, no tuvimos otra alternativa que incluir a familias enteras por la gran necesidad de alimentos que existe", indicó.
Recordó también que "la gente que viene a nuestro comedor vivió de trabajos regulares y ahora está desocupada o bien son jubilados a los que no les alcanza el dinero que cobran para comer".
Una situación similar atraviesa Mary Benavídez, a cargo del merendero Rinconcito de Luz ubicado en Enriqueta Amalvy 1806, también de barrio San Cayetano.
Hace un año -contó- atendían a 25 personas con el desayuno y la cena mientras que en la actualidad son 40 quienes demandan comida en su espacio.
"En el último año creció muchísimo la demanda, inclusive familias que se han sumado. Antes eran solo niños y ahora ya vienen familias enteras pidiendo alimentos", aclaró.
Actualmente brindan una merienda diaria de lunes a sábados, mientras que la cena se prepara los lunes, miércoles y viernes. La tarea se reparte entre miembros de su familia así como también familiares de las personas que asisten al comedor comunitario.
"La gente que viene al comedor trae muchas preocupaciones porque no les alcanza el dinero que ganan con el trabajo para poder alimentar a sus hijos", comentó.
El merendero y comedor Compartiendo Sueños, atendido por Mary Juncos, funciona desde hace 6 años en el predio del Ferrocarril Mitre, precisamente en la esquina de 9 de Septiembre y Liniers. Allí asisten actualmente unos 70 niños de 1 a 17 años, cuando en 2018 se brindaba alimentos solo a 50.
En este caso, se entrega la merienda los días martes y jueves, de 16 a 19, mientras que los sábados y domingos se sirve el desayuno a partir de las 9 y al mediodía reciben el almuerzo.
"Este año tenemos más niños producto de la gran necesidad que hay por conseguir alimentos. Desde el año pasado incorporamos merendero al servicio de desayuno y almuerzo los días sábados y domingo", agregó.
También en el merendero Los Pekeñitos (Antártida Argentina 456) de barrio La Milka, a partir de este año se le duplicó la cantidad de comensales ya que pasó de recibir alrededor de 70 a 120 chicos que buscan una vianda de alimentos con una frecuencia de tres a cuatro veces por semana, en horario nocturno, para llevar a sus casas.
Según indicó Stella Almada, responsable del lugar, reconoció que "la demanda de atención creció bastante en el último año. Cada vez se agrega más gente que viene pidiendo alimento porque se siente fuera del sistema".
Donaciones se necesitan
En todos los casos, los merenderos y comedores se abastecen de las donaciones de comercios, empresas y vecinos, además de lo que sale de los bolsillos de quienes los llevan adelante. Y ante la situación cada vez más crítica y el creciente número de solicitudes de asistencia alimentaria, las donaciones se vuelven más importantes que nunca. "Me está costando mucho poder alimentar a la gente. Se terminan los alimentos y hay momentos en los que no se sabe qué hacer de comer. Lamentablemente no podemos elegir qué darles de comer, cocinamos lo que tenemos en el momento", sintetizó Benavidez.
Cabe recordar, que desde el año pasado existe el "Fondo Especial de Ayuda y Asistencia para Comedores y Merenderos Comunitarios" creado por el Concejo Deliberante de nuestra ciudad. La ordenanza promueve el aporte económico de concejales, tribunos de cuentas y el intendente Ignacio García Aresca hacia estos espacios.