Sale a vender pan casero, la “medicina” de su hijo electrodependiente
El rebusque "sale como pan caliente" en la familia de Melisa y Marcelo. Su puesto callejero en el interprovincial se ganó la buena fama entre los lugareños y vecinos que llegan desde otros barrios. A la receta de la abuela Marta, estos padres le agregaron el condimento de la lucha para que Aaron, que padece un extraño síndrome, tenga una mejor calidad de vida.
Por Cecilia Castagno
Innumerables historias de vida hay detrás de la venta ambulante. Las calles de San Francisco y Frontera son testigo de muchas personas que todos los días tratan de ganarse la vida ofreciendo productos de alimentación.
Resisten..., entre la crítica de un sector de la sociedad y su necesidad de subsistir. Pero esa mirada del otro, prejuiciosa, desaparece cuando no hay nada menos desleal y más digno que salir a rebuscársela por los hijos; no cabe la competencia allí, solo la empatía.
Aaron se llama el motor del carro que de lunes a lunes, sin descanso, Melisa Angaramo y Marcelo Correa empujan hasta la esquina de Gdor. San Martín y el camino interprovincial, luego de haberse levantado muy temprano a la madrugada, amasar durante varias horas y cocinar en un horno de barro 25 kilos -50 los fines de semana- de pan casero, chicharrón, torta asada y bolas de Frayle, el "el remedio" para su hijo de 2 años y electrodependiente, a quien los médicos le diagnosticaron el extraño síndrome de Johanson Blizzard. Aseguran que su caso es el único en la Argentina y el tratamiento demanda muchos gastos.
No solo Melisa, Marcelo, el pequeño Aaron y su hermana Juana, de 3 años, viven del puesto de venta callejera; la panificación casera es un ingreso económico para otras tres familias, de su entorno, que trabajan a la par.
"Es algo que me gusta y agradezco tener trabajo en tiempos difíciles", afirma Marcelo, y no porque no le quede otra que ser vendedor ambulante, sino porque verdaderamente disfruta de lo que hace. Podría hacer otra cosa. Antes era albañil de obra. Lo hace con amor, no hay otra receta. "Para elaborar los productos nos valemos de la receta de la abuela, Marta Llanes, quien falleció, y su secreto es amasar y vender con amor el pan y todo lo que haceos".
En una jornada laboral como ayer, feriado y cuando el 1º de Mayo las tortas asadas y el pan casero son un clásico de la gastronomía argentina, aunque no tanto como el locro, pero alcanza, llegan a recaudar hasta 3.000 pesos, sin restar el valor de la materia prima.
Cuando LA VOZ DE SAN JUSTO llegó al puesto callejero, limpio, ordenado y todos los productos cubiertos con una mantel acuadrillé, detrás estaba Marcelo, corriendo, "a dos manos", aunque hubiese necesitado tres para atender a la incesante clientela que no le daba respiro para hablarle al grabador del periodista ni mirar el lente del fotógrafo.
Esta familia de emprendedores se ha ganado el reconocimiento y el respeto de los lugareños. También de los que llegan desde barrios más alejados en busca de "las bolas de Frayle y el pan relleno más rico de la zona", irrumpía en la entrevista una clienta fija.
"Al principio me daba vergüenza, era muy joven y los chicos de mi edad estaban en otra, pero yo tenía que mantener a mi familia, salir adelante con mi compañera de vida", recuerda Marcelo.
Por la salud de Aaron
Aaron, que con su lucha por vivir visibilizó en el país el extraño síndrome que sufre, hoy "se encuentra bien. Tiene las dificultades propias de un niño enfermo que necesita oxígeno, pero la pelea como un león", cuenta su papá y la emoción le gana, cuando antes le ganaba la desesperación de buscar todos los medios para afrontar el tratamiento y los viajes al Hospital Garrahan, en la provincia de Buenos Aires, para tener una atención médica adecuada y mejorar el estado de salud del menor de sus hijos.
El próximo 4 de junio, Aaron deberá enfrentar otra cirugía, la colocación de un botón gástrico. Y otra vez, duplicar esfuerzos, algo que no les cuesta, es natural para ellos, que son luchadores de la vida.