Reconstruir el concepto de privacidad
Tras la difusión viral de un video de contenido sexual protagonizado por una profesora y que habría tenido como destinatario un estudiante menor de edad, otra vez queda expuesto el riesgo de la utilización irresponsable de la tecnología y la difícil relación que existe entre su uso y la protección de la intimidad.
Cobró repercusión nacional el caso que sacude a un instituto
educativo de la ciudad de Santa Fe, tras la difusión viral de un video de
contenido sexual protagonizado por una profesora y que habría tenido como
destinatario un estudiante menor de edad. El hecho, si bien no es novedoso,
tiene aristas conmocionantes. Y obliga a la Justicia y a las autoridades
educativas a una exhaustiva y rápida investigación para determinar sus
características y, si cabe, imponer las sanciones del caso.
Otro suceso de graves características también tuvo su filmación que se viralizó por las redes: un abuso explícito contra una persona discapacitada por parte de un grupo de varones que no solo cometió el delito sino que esparció por el ciberespacio su deleznable accionar. Lo ocurrido en la localidad cordobesa de Sebastián El Cano es otro ejemplo dramático de un signo de época que debe ser analizado en profundidad en ámbitos académicos, pero también en cada una de las instancias donde se desenvuelve la vida social.
Si es posible dejar de lado por un momento de lado la posibilidad cierta de que la docente haya cometido un delito grave en perjuicio de un menor de edad o de que la "manada" de abusadores deba ser objeto de la acción penal correspondiente, se impone remarcar que lo que queda claro en este episodio es que otra vez queda expuesto el riesgo de la utilización irresponsable de la tecnología y la difícil relación que existe entre su uso y la protección de la intimidad.
Hace algunos años, al abordar esta temática en esta columna editorial se formuló una pregunta: ¿son los hechos privados parte de un espectáculo público?, ¿deberían serlo? En otro tiempo, la respuesta también sería terminante: no. Sin embargo, la obviedad parece no ser un elemento considerado en esta época de desmesura y mala utilización de la tecnología.
Al respecto, el diario El Litoral de Santa Fe publicó declaraciones de un especialista en informática, Marcelo Temperini. Sus conceptos ilustran el problema que vive la actual civilización. "El concepto de privacidad está destruido por el negocio de Internet, que se alimenta de las publicaciones masivas de los usuarios. Hoy en día, cuando un menor quiere tener privacidad, rápidamente es combatido. Cuando alguien quiere hacer algo sin que otro se entere, rápidamente es cuestionado, siendo que, en definitiva, eso es la privacidad: tener el derecho a la intimidad. Sin embargo, la sociedad de hoy piensa que si no se quiere mostrar algo es porque se está haciendo algo malo" Y agregó que si alguien pone contraseña a su teléfono existe la presunción de que oculta algo indebido" y también está el otro que no le pone contraseña "y dice revisame todo porque no tengo nada que ocultar". Concluye el especialista en considerar erróneas las dos posturas porque la privacidad no significa ocultar algo sino una decisión de que el otro respete la intimidad.
Esto significa que es necesario volver a construir el concepto de privacidad, destruido por el uso irresponsable de los dispositivos tecnológicos. La antropóloga Paula Sibilia coincide con este diagnóstico cuando se pregunta "¿a qué bolsillo roto habrá ido a parar la intimidad si "todo" se dice y "todo" se muestra? En este contexto, irrumpe la "extimidad". Esta especie de neologismo, que foguea la idea de hacer externa la intimidad, parece ser el gran protagonista de la escena contemporánea, acompañado por los diversos modos que asume el yo".
El mostrar por el mostrar mismo, no importa qué sea. La forma por sobre el fondo. El espectáculo de ser visto aun en las situaciones más íntimas. ¿Existe alguna duda de que debe reconstruirse el concepto de privacidad de las personas?