Pobreza y narcotráfico
El debate se reavivó con declaraciones de candidatos sobre el aumento de la venta de drogas en tiempos de crisis. La incuestionable ausencia del Estado para evitar este flagelo.
El candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el Frente de Todos, Axel Kicillof, se refirió a la lucha contra el narcotráfico relatando que un cura de la localidad de Morón le afirmó que "hay más gente que se dedica a vender droga porque se quedó sin laburo". Consultado sobre cómo afrontará el problema, el economista dijo que no habría que perseguir a esa persona, sino a los "peces grandes". "El problema no es perseguir al pequeño consumidor, con la pérdida de empleo hay gente que se dedica a vender droga porque se quedó sin laburo, obviamente es un delito, pero no pasa por ahí el fenómeno", dijo.
Mientras tanto, el candidato a vicepresidente del oficialismo, Miguel Pichetto, se refirió con crudeza también al tema. Refiriéndose a una fotografía que mostraba un gran número de personas esperando para comprar droga en una villa de Buenos Aires, sostuvo que "habría que dinamitar todo, que todo vuele por el aire".
Las dos expresiones remiten otra vez a un tema tan discutido como poco resuelto. Nada resuelto para ser más precisos. El crecimiento del narcotráfico en el país se asocia, muchas veces con la pobreza estructural que existe desde hace décadas. Pero las palabras de los dos candidatos dejan traslucir una verdad incuestionable: la ausencia y el fracaso del Estado en combatir los dos fenómenos. Los pobres siguen siendo pobres y el narcotráfico continúa creciendo en poder gozando de impunidad manifiesta.
La falta de trabajo no es la única causa por la que se ingresa al "negocio" del narcotráfico. No es condición suficiente ni necesaria. Más del 10% de la población económicamente activa hoy no tiene un empleo fijo. Y la mayoría de las sufrientes personas que sufren este flagelo no tienen ninguna vinculación con el mundo de las drogas. Es más, lo rechazan de plano.
Que los narcos se instalan entre los más necesitados es una realidad. Como también lo es que el Estado no tiene presencia. Se conforma así un cóctel explosivo que termina en zonas liberadas donde el poder lo tienen los mercaderes de la muerte. Pero esto no significa que la pobreza esté ineludiblemente relacionada con la venta de narcóticos o con la falta de trabajo. Y tampoco que para erradicar este fenómeno tan desgraciado, la presencia del Estado se reduzca a "dinamitar", abriendo la puerta a las más disparatadas interpretaciones de ese verbo.
Es absurdo vincular las palabras del título. El tráfico de drogas es un "negocio" que genera pingües recursos. Pero a los "peces gordos". La cadena de venta se parece a un tobogán: el último eslabón de la cadena apenas consigue subsistir. Por ello, el dramático flagelo del narcotráfico en nuestra sociedad no puede minimizarse. Porque estigmatiza a millones de argentinos que la siguen peleando alejados de los cantos de sirena de los criminales y olvidados por un Estado ausente.