Piletas: aumentar las prevenciones
En otros años, algunas desgracias fueron nota lamentable en veranos tan tórridos como el que transitamos. Por ello, es necesario aumentar los cuidados en los natatorios de cualquier tipo, mantener la vigilancia estrecha y sostenerla aun a pesar de los contratiempos que puedan generarse.
El bochorno de la temperatura estival ha
obligado a que los natatorios públicos y privados se viesen muy concurridos. Es
que la población busca alivio en medio de una canícula que amenazaba con tener
picos altos este verano, algo que se viene cumpliendo. Y las piscinas son la
alternativa principal para encontrar un reparo, al menos, momentáneo. En
ciudades como San Francisco, sin espejos de agua ni ríos cercanos, es la única
manera de reducir los efectos de la temperatura excesiva.
En este contexto, crece la posibilidad de que se produzcan accidentes o emergencias en las piletas de natación. Años atrás ocurrieron sucesos que fueron para lamentar, con niños que sufrieron las consecuencias del ahogamiento, incluso con la pérdida de alguna vida. Este año no fue la excepción, tras conocerse un trágico caso días atrás donde también un niño perdió la vida al ahogarse en una pileta de un domicilio de barrio La Milka.
Por ello, las prevenciones en materia de seguridad en todos los natatorios se imponen como una obligación impostergable.
Los clubes y otras entidades que brindan el servicio a sus asociados conocen de manera sobrada las medidas que deben adoptarse para evitar hechos desagradables. La instauración de un cuerpo de guardavidas es la primera y principal medida, pero no la única. También se debe educar a las familias en el respeto al agua y en el cuidado de sus hijos porque en las piletas públicas o semipúblicas puede perderse de vista fácilmente a los menores de edad y el accidente es la consecuencia repentina.
Lo mismo debiera suceder en los hogares y quintas donde en los últimos años han proliferado las piscinas. Pero allí las responsabilidades son taxativas de los mayores que cuidan a los menores de edad cuando se sumergen en el agua. Algunos sucesos otorgan la experiencia de que la desgracia puede hacerse presente ante el menor descuido. Por ello, las recomendaciones también tienen que estar dirigidas hacia el ámbito privado.
En los últimos tiempos se han fortalecido las medidas de seguridad en los natatorios públicos. Las normas emitidas al respecto permitieron adecuar disposiciones y acciones en pos de que el disfrute en las piletas se mantenga. Clubes, sindicatos y otras instituciones intermedias conocen de qué modo actuar en materia de prevención y tienen la obligación de hacer respetar todas las normas. Ello no obsta que los mayores a cargo de niños deban desentenderse del asunto. Todo lo contrario.
En otros años, algunas desgracias fueron nota lamentable en veranos tan tórridos como el que transitamos. Por ello, es necesario aumentar los cuidados en los natatorios de cualquier tipo, mantener la vigilancia estrecha y sostenerla aun a pesar de los contratiempos que puedan generarse. Es la única alternativa de que la tragedia no se haga presente en las piscinas sanfrancisqueñas. De que la búsqueda de alivio por el intenso calor no se transforme en un drama de proporciones que supone la pérdida absurda de una vida.