Pañuelo naranja: los sanfrancisqueños que piden la división total entre Estado e Iglesia
La campaña tiene eco en la ciudad tras cobrar fuerza en los últimos meses y extenderse en las redes sociales al calor de la marea verde.
Bajo el lema "Iglesia y Estado, un asunto
separado", sanfrancisqueños ya se movilizan para instalar el debate sobre el
sostenimiento del Estado a la Iglesia Católica y el símbolo de la campaña es un
pañuelo naranja.
Si bien no es la primera vez que se propone repensar el financiamiento al culto católico, dispuesto por la Constitución nacional, la idea busca replicar el impacto de los pañuelos verdes en el debate sobre el aborto.
LA VOZ DE SAN JUSTO entrevistó a los docentes María Virginia Díaz Giletta y Germán Zacher que dan su perspectiva y defienden la laicidad destacando la importancia de formar educandos críticos, fuera de creencias religiosas.
Para Zacher, profesor de Geografía y Ciencias Biológicas, este "resurgimiento" del debate, "esta puesta en escena de la problemática no sé si me tiene que alegrar, dar vergüenza o tengo que sospechar. Me alegra porque el tema es válido, es legítimo y es medular desde el punto de vista político y social. Pero siento vergüenza porque han pasado dos siglos como Nación y todavía no resolvimos un tema tan delicado y trascendental como éste. Hay países que se separaron de la Iglesia hace 500 años".
Recodemos que en la última asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, en abril, los obispos mencionaron que habían estudiado alternativas al apoyo estatal. El evento se había dado pocas semanas después de que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, revelara en su informe ante la Cámara de Diputados que el Estado destinaba $130 millones por año a las asignaciones por diócesis, de las cuales se desprende el pago de los haberes de los obispos además de otros gastos entre los que se incluyen los de la Secretaría de Culto de la Nación.
"No es estar en contra de la Iglesia, el problema
es la relación estrecha con el Estado"
Por su parte, Díaz Giletta, profesora de Educación Especial con orientación en discapacidad intelectual, y acompañante terapéutico, construyó su postura a favor de la reducción del financiamiento estatal a la Iglesia a partir de la experiencia personal. "Mi escolarización primera y secundaria fue en escuelas religiosas. Si bien siempre se hablaron de temas controvertidos, se hacía desde una concepción curricular y el debate no era sincero. Había una verdad establecida correspondida y era respondiendo al dogma de la Iglesia. Esa sensación de opresión fue lo que me hizo pensar porqué tenía que ser así".
"La discusión está en si queremos un estado laico o uno confesional. No es estar en contra de la Iglesia, porque debemos promulgar el respeto por todas las religiones y credos, pero el problema es la relación estrecha con el Estado. No podemos tomar decisiones en base a una creencia", sostiene Díaz.
María Virginia Díaz Giletta, una de las protagonistas de la campaña del pañuelo naranja
Del aborto a un Estado laico
El debate sobre la despenalización del aborto y la posibilidad de convertirse en ley es para los entrevistados el paso hacia un Estado con sujetos con decisión sobre sí mismos, fuera de los dogmas de la Iglesia católica que está en contra de la interrupción voluntaria del embarazo. "La Campaña Nacional por un Estado Laico surge de la problemática que hoy nos atraviesa. El movimiento feminista, la discusión en torno al aborto y la lucha por una Ley de Educación Sexual Integral; marcan la cancha y es a lo que se oponen aquellos que están íntimamente ligados a la Iglesia", remarca Díaz.
"La moralidad del Estado está atravesada por la Iglesia y hay muchos ejemplos de eso. La Iglesia se opuso a la educación laica, al matrimonio civil, al divorcio, al matrimonio igualitario y hoy se opone a que la mujer pueda decidir sobre su cuerpo, es decir, vuelve a impartir su creencia desde una subjetividad que no es la única verdad", agrega Zacher.
Por ello, "la moralidad de la Iglesia debe estar separada del Estado, porque éste debe ser amoral, lo que no significa que no tenga ética. La moral tiene que estar depositada en la coherencia de cada sujeto, de ahí mis felicitaciones a las mujeres por su lucha por la despenalización y legalización del aborto porque este es derecho sobre su cuerpo y la cuestión moral debe quedar circunscripta a lo que piensa la persona".
"Sin la Iglesia, tendríamos un Estado plural, que permitiría que la gente pudiera hablar sin miedo, que se igualen las distintas religiones".
"No hay que tenerle miedo a la libertad. San Martín nos independizó de la corona española pero no del Imperio Romano", reflexiona Zacher.
"Sostener" a la Iglesia
Haciendo un revisionismo histórico de la ley en nuestro país, la primera Constitución exigía que el presidente y el vicepresidente pertenecieran a la "comunión católica apostólica romana" (artículo 76), asimismo, obligaba a jurar por "Dios, nuestro Señor y estos Santos Evangelios" (artículo 80). También, obligaba al Congreso a "conservar el trato pacífico con los indios, y promover la conversión de ellos al catolicismo" (artículo 67, inciso 15). La reforma de 1994 eliminó los artículos antedichos basándose en el principio de libertad de cultos aunque nunca se modificó el artículo 2º: "El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano".
Al respecto, Díaz Giletta expresa: "Algunos legistas indican que cambiando el término `sostener´, que implica mantener económicamente a la Iglesia, podría cambiar la situación. La discusión entonces parte desde nuestra Constitución".
Como docentes, tanto Zacher como Díaz, defienden la importancia de formar alumnos con pensamiento crítico y reflexivo, sin subjetividades. "La separación de la Iglesia del Estado nada tiene que ver con ejercicio de la espiritualidad. A mis alumnos les digo que cada uno tiene derecho a creer en la subjetividad que quiera, el problema es cuando alguien le quiere imponer algo a otra persona. En el caso de la Argentina, a esta altura de la historia, la subjetividad ya es casi obscena", dispara Zacher.
"En la escuela se construyen saberes desde tempranas edades y no se puede adoctrinar. El plan de estudio debería ser laico, científico y con perspectiva de género. Hoy como docente me parece que el interés del educando es lo primero que se tiene que mantener. No podemos adoctrinar a una persona con ideas que no están fundadas científicamente", opina su colega.
"Cuando no se educa para la reflexión crítica, el adoctrinamiento siempre produce miedo, un sentimiento de culpa; que hay un orden establecido y que no podés ir en contra de `eso´ tan grande. Debemos dejar de ver la realidad en blanco o negro, porque la realidad se ha vuelto muy compleja. Es un paso de madurez que tenemos que hacer".
"No es ir en contra de la Iglesia -continúa-, sino emanciparnos por un Estado más justo, más libre donde haya igualdad de los diferentes credos y religiones. Es separar la esfera civil de la religiosa".
Hacer gobierno
Sobre la Iglesia, Zacher señala que "es una forma de gobierno antidemocrática y antiliberal que como tal necesita dominar. Mientras la dominación de la Iglesia se hace a través de la doctrina, del dogma, de la creencia, el Estado Laico domina a través de otros instrumentos como las leyes y normas que debemos respetar y es función estatal hacerlas cumplir", añade.
"En su historia, la Iglesia hereda el ecumenismo del Imperio Romano. Es una proyección de tal, transformado en una teocracia. Sus elementos son la esencia de sus políticas entendidas como asignación imperativa de valores a una sociedad"
"No me sorprendería que el Papa Francisco termine creando un partido político ya que tiene en su bolsillo tres de los movimientos sociales más importantes de la Argentina y sería una readaptación de la derecha Argentina con proyección al futuro".
Buenanueva:"La Argentina no es un Estado confesional"
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, fue consultado sobre el lugar de la Iglesia en nuestro país. "Esta nueva discusión surge al calor del debate por la legalización y despenalización del aborto, que tiene más sabor de reacción y cierto grado de hostilidad o postura negativa sobre la Iglesia".
Y plantea: "Iglesia y Estado son dos realidades muy distintas y en nuestro país se da el principio de laicidad (separación Iglesia - Estado), es decir, la Argentina no es un Estado confesional (que adhiere a una religión específica, llamada religión oficial), pero es verdad que la presencia del catolicismo es muy fuerte y el vínculo con la política también lo es".
"Las actividades religiosas no pueden mezclarse con las actividades del Estado pero es importante que se sostengan valores que no se pueden perder", agrega el obispo.
Con respecto al financiamiento estatal a la Iglesia, Buenanueva reconoce que "es una discusión legítima que se debe dar".