Mujeres que decidieron ser policías en tiempos violentos
Micaela, Jessica y Denise se sumaron recientemente a la Policía Barrial. Fueron los tres mejores promedios de la promoción y aseguran que desde niñas soñaban con ponerse el uniforme azul. Hablaron de la calle, los peligros y la vocación.
Por Mauricio Argenti
El crimen de la agente de la Policía Bonaerense, Lourdes Espíndola, asesinada recientemente mientras le robaban su arma reglamentaria, y el de Tamara Rodríguez, agente de Almirante Brown, también Buenos Aires, cuando intentaba defender a su padre de un robo, son episodios que no pasan desapercibidos en la fuerza policial de nuestra ciudad. Sobre todo entre sus colegas.
Micaela Ghietti, de 21 años; Jessica Corti, de 27, y Denise Abregú, de 25, recientes egresadas de la Escuela de Suboficiales y Agentes "Manuel Belgrano" anexo San Francisco, actualmente se desempeñan como agentes y forman parte de la Policía Barrial.
Todas saben cuándo se van de su casa para salir a trabajar, pero no conocen si van a volver, y eso es algo con lo que conviven.
"Al salir de casa todos los días uno se imagina que puede ser la última vez que lo haga, o que no podrá volver. Así y todo tratamos de hacer lo mejor posible todos los días para llegar a casa, porque a través de nosotros están nuestros familiares que nos esperan. No estamos exentos de que nos pueda pasar algo así", reflexionan en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Las tres jóvenes forman parte de la Policía Barrial, un cuerpo especial que se conformó dentro de la Policía de Córdoba y que es bienvenido y muy solicitado en los distintos barrios. Pertenecer a este, a ellas les otorga la posibilidad de tener una cercanía con el vecino que les permite conocer a fondo el lugar donde desarrollan su actividad.
"La gente nos recibe muy bien. El vecino está muy cansado por las cosas que están pasando y al vernos nos dicen que ven con mucha satisfacción esta medida de seguridad", sostuvieron, contando que dialogan con la gente, reparten folletos preventivos con medidas de seguridad que buscan generar conciencia.
Vocación desde siempre
¡Cuando sea grande quiero ser policía! ¿Quién no pronunció esta frase cuando era niño? Precisamente la niñez es esa etapa donde el asombro constante forma parte de la vida y donde muchas veces un policía, un bombero o un superhéroe son modelos a imitar.
Con el paso de los años, a medida que se forma la persona, muchos modifican ese modelo en base a las experiencias vividas mientras que otros logran convertir ese primer deseo infantil en su vocación.
En el caso de Ghietti, Corti y Abregú, todas soñaron con ser policías desde niñas.
"En nuestro caso sentimos la vocación desde pequeñas, esa necesidad de ayudar al prójimo y vemos que esta carrera nos habilita a eso", señalaron.
Además, ninguna de ellas tiene familiares en la fuerza. Por ejemplo, Abregú contó que de chica cuando veía un agente por la calle aseguraba que quería ser como él, lo que hoy pudo lograr. "Estoy muy contenta por eso porque pude hacer realidad mi vocación", dijo.
Ghietti también apeló al recuerdo de su niñez: "Cuando era pequeña me veía como policía en el futuro, era algo que percibía que podía pasar y así fue". Por su parte, Corti no solo asegura que era algo que traía desde la infancia sino que le encuentra también su lado altruista a la profesión: "Siempre quise ser policía porque es algo que nos acerca mucho a la gente y nos permite ayudar, que para mí es lo primordial", manifestó.
Mejores alumnas
Además de compartir el grupo de formación profesional, Micaela, Jessica y Denise lograron ser las mejores de la promoción: "Nos costó mucho, formamos un grupo muy lindo y logramos esto en base a mucho sacrificio. Éramos un grupo de 30 estudiantes que nos apoyábamos unos con otros porque la formación es muy sacrificada, como tiene que ser porque se trata de una tarea que exige mucha responsabilidad", manifestó Abregú, quien logró el mejor promedio de la promoción con 8.60: "Nunca fui abanderada en la primaria o en la secundaria, pero creo que cuando uno estudia con gusto porque se trata de su vocación, puede lograr estas cosas. En mi familia estaban contentos por este logro", afirmó.
Igualmente, Jessica Corti, quien además es madre de dos hijos, reflejó que su proceso formativo le costó mucho: "Llegar a casa para atender a mis hijos y seguir estudiando porque quería superarme era el objetivo y lo pude lograr. Es una vocación sacrificada no solo desde el punto de vista personal sino también por los hijos y la familia que siempre dan una mano para que uno pueda lograr sus metas".
A su vez, Micaela Ghietti logró cumplir sus expectativas porque, según explicó, "teníamos un grupo unido que nos ayudábamos entre todos. Eso logró facilitar todo porque uno va con ganas a pesar de ser un curso intenso donde se pasan muchas horas allí".