María Fernanda, la arenadora que heredó el oficio del papá
María Fernanda Camacho (44) se dedica al arenado, un trabajo que comenzó su padre y que ella decidió continuar. En un viejo colectivo convertido en cabina, esta mujer viuda y madre de cuatro hijos, es el sostén de su familia. "Es una tradición familiar y un trabajo independiente que no hace todo el mundo. Eso me da las fuerzas para seguir", reflexionó.
Por Stefanía Musso | LVSJ
En barrio 9 de Septiembre se observa un viejo colectivo Mercedes Benz modelo ´70. Llama la atención porque se escucha un fuerte sonido de un compresor como si alguien estuviera trabajando.
Debajo de un atuendo de seguridad, una mujer saluda sonriente mientras el sudor el gana su rostro bohemio. Ella estaba haciendo el arenado a unas piezas en el interior del "taller bus".
Este oficio, consiste en la limpieza de superficies a través de un abrasivo tradicional como es la arena con aire a presión. Es el oficio que decidió seguir María Fernanda Camacho (44) hace cinco meses cuando decidió tomar las riendas de la empresa arenadora de su papá Juan, quien ya se retiró a los 83 años.
María Fernanda antes de meterse al taller era artesana. Ella conoce bien el arte del trabajo manual y del esfuerzo mezclado con la precisión a la hora de lograr su objetivo.
"Tomar este oficio y que la gente vea lo que hacés está bueno, pero es difícil encararlo porque es un ámbito muy masculino", contó María Fernanda. Y agregó: "Es arduo hacerse respetar a la hora de dar un precio o que entiendan que sos tan capaz como un hombre para llevarlo a cabo", agregó.
Pocos lugares quedan que se dedican a esta especialidad. Según pudo conocer LA VOZ DE SAN JUSTO, sobreviven tres arenadores incluida la empresa familiar de María Fernanda. Por este motivo y por las emociones que le produce mantener vivo el negocio que fundó su padre con mucho esfuerzo en nuestra ciudad, la mujer valora el trabajo independiente más allá de los peligros que implica. "Me cuesta mucho hacer este oficio y estar con el polvillo encima, pero quiero que este negocio familiar siga creciendo. Además, me da la posibilidad de ser independiente y eso me da las fuerzas para seguir", reflexionó.
El "talle bus" donde trabaja María Fernanda, el Mercedes Benz modelo `57, ya busca reemplazo. Para la mujer no es el mejor ámbito laboral, tanto por la comodidad como la seguridad. Por eso, el esfuerzo que realiza día a día con el arenado de pequeñas y grandes piezas tiene como objetivo construir un galpón que su padre nunca pudo finalizar. "Ese es mi gran deseo, pero más anhelo que mi papá pueda ver el galpón listo y que no desaparezca lo que le dio tantas satisfacciones a lo largo y a lo ancho de toda la Argentina", expresó la arenadora.
Junto a papá Juan Camacho y esas ganas de seguir sus pasos
Volver con papá
Antes de volver a trabajar con su padre, la vida de Fernanda siempre fue bohemia, algo que lleva en su ADN. Eso también lo heredó de su padre que antes de radicarse en nuestra ciudad recorrió varias ciudades de la Argentina con su oficio.
Ella viajó por el país con sus artesanías en cuero. En 2002, conoció a Julio -un joven de Devoto, con quien se radicó en esta cercana localidad y fue el padre de sus tres primeros hijos. Cuando el tercero de los chicos tenía apenas un mes de vida, su pareja murió tras sufrir un accidente laboral y falleció.
Con el dolor por la pérdida y los hijos a cargo, Fernanda decidió instalarse en San Francisco donde abrió su propia fábrica de arenado con la ayuda de su padre pero al cabo de un tiempo, decidió irse a Río Ceballos. "Allá viví de las artesanías, pero cuando falleció mi mamá sentí la necesidad de volver acompañar a mi viejo. Quería ayudarlo en lo que más podía", explicó.
Ella está en la ciudad con su cuarto hijo de 8 años, mientras que el tercero está en Río Ceballos con su actual pareja Martín y los más grandes estudiando en la ciudad de Córdoba.
María Fernanda confesó que extraña a su familia, pero sabe que su lugar hoy es al lado de su padre. "Esto es lo que me toca y lo voy a seguir haciendo para poder cumplir el sueño de tener el galpón propio", concluyó.
María Fernanda en pleno día de trabajo
Con "El Cielito", del Luna Park a San Francisco
La historia del dueño del arenado, merece ser contada pero en un capítulo aparte. A sus 83 años, Juan Camacho observa a su hija mientras habla. Él está orgulloso que uno de sus siete hijos siga con la tradición familiar.
El hombre se mueve lento; perdió dos dedos de la mano derecha por el trabajo en su juventud pero este arenador recorrió varios kilómetros con "El Cielito", su camioneta Chevrolet del año 1957 y un tráiler, con el que viajaba para ejercer el oficio con su primera esposa y seis hijos.
Una de las tantas paradas fue Buenos Aires donde realizó trabajos en edificios que son parte de la historia de nuestro país. Entre ellos, están el mítico Estadio Luna Park y el Banco Central de la República Argentina. "Esos fueron trabajos que realicé cuando estaba viviendo en Buenos Aires. Recuerdo haber visto la reserva en oro del Tesoro Nacional", contó Camacho.
También, este oficio lo llevó a las bodegas de Michel Torino en Cafayate (Salta) y el Aeropuerto Internacional de Bariloche "Teniente Luis Candelaria".
Pero fue un trabajo en Mar del Plata, donde conoció a un sanfrancisqueño que hizo que se viniera y quedara para siempre en nuestra ciudad. "Estaba haciendo unos pisos antiácidos para Coca Cola Argentina en esa ciudad. Una mañana pasó Luis Delfabro y pidió permiso para hablar conmigo. En esa charla me comentó que necesitaba un piso para su futura fábrica que iba a abrir", rememoró el hombre.
Camacho se encargó de esa obra y continuó con otros trabajos que determinaron quedarse en nuestra ciudad. "San Francisco fue el lugar donde papá decidió estacionarse para siempre y volver al trabajo que siempre le apasionó", agregó María Fernanda.
En el 2000, Camacho compró un colectivo Mercedes Benz `57 con el objetivo de ponerlo en marcha para viajar, pero ese sueño se frustró y quedó sin moverse hasta que decidió volver al trabajo del arenado. Ahí dentro montó una especie de cabina para realizar el oficio.
Hoy lejos del arenado, Camacho mira con orgullo a su hija, la heredera del oficio.
El colectivo
arenador de María Fernanda llama la atención en barrio 9 de Septiembre