Ley de leyes: incumplimiento recurrente
Las experiencias de años anteriores, con este y con cualquier otro gobierno, demuestran que el presupuesto no está considerado como la ley fundamental para los funcionarios.
Una vez más, envuelto en la polémica y en
la violencia organizada por grupos extremos cuya representación popular es
minúscula, el Congreso de la Nación fue escenario de arduos cabildeos y
discusiones que terminaron finalmente con la media sanción de la ley de
presupuesto en la Cámara de Diputados.
El debate sobre la ley que determinará el uso de los fondos públicos el año que viene pasó por varios estados. Y repitió acontecimientos ya vividos con anterioridad, incluso hace pocos meses cuando se trató la reforma jubilatoria. Esto dio paso a que las imágenes de personas encapuchadas pertenecientes a facciones ultras y cometiendo todo tipo de desmanes dominasen la jornada. Esta circunstancia, como un todo orquestado al parecer con anterioridad, fue aprovechada por diputados opositores para reclamar la suspensión de la sesión en virtud de los incidentes que se produjeron fuera del edificio del Parlamento.
Pero el efecto fue el contrario, miles de personas que se habían congregado para protestar por lo que consideran un ajuste severo en las cuentas del Estado que afectaría la vida de todos los argentinos, se retiraron del lugar apenas comenzaron los hechos de violencia. Y el accionar policial terminó por disuadir a los provocadores profesionales, con lo que a los grupos de la oposición más acérrimos no les quedó otra que seguir dando el debate.
El presupuesto nacional es calificado cada año como "ley de leyes". Es la planificación manifiesta de lo que se pretende desde el gobierno en materia económica para el próximo año y marca la cancha en la que deberán jugar tanto los funcionarios como las empresas y demás instituciones intermedias. Se puede incluir también a cada familia, puesto que los lineamientos en materia tributaria determinan muchas veces el rumbo de las finanzas del hogar.
En un país normal, el presupuesto establece las condiciones a las que debe atenerse la sociedad en materia económica. Sin embargo, en la Argentina ha sido casi siempre un dibujo que nunca se verificó en la realidad. El papel de esta ley fundamental es precisamente ése: quedar solo en el papel. Apenas comenzado el año se retomará casi con seguridad la práctica política de retocar las partidas de gastos, transferirlas hacia fines no siempre transparentes y de apelar a la emergencia económica, lo que constituye una utilización nefasta de los recursos que aporta la ciudadanía para el mantenimiento del Estado.
Las experiencias de años anteriores, con este y con cualquier otro gobierno, demuestran que el presupuesto no está considerado como la ley fundamental para los funcionarios. Aquella ley de leyes se transforma en una entelequia cada año como resultado de las peripecias negativas que vienen produciéndose en materia económica desde hace décadas. La norma que ya tiene media sanción de Diputados establece la necesidad de déficit cero y base monetaria cero, objetivos que para su cumplimiento requieren de un cambio de cultura y de acción de la dirigencia política. Los antecedentes históricos no avizoran elementos que permitan despertar el optimismo en esta materia.