Las “emociones sanas”, protección contra enfermedades en la vejez
El papel de las emociones es fundamental no solo a largo de la vida sino especialmente en el envejecimiento.
Las emociones positivas son un un poderoso remedio contra el dolor y las enfermedades durante la vejez. Hace unos días conmovió la historia de don Edgardo Villarreal, el abuelo de nuestra ciudad que padece problemas de memoria pero cuando escucha la canción de Carlos "La Mona" Jiménez llamada "Se fue", la canta a la perfección y recuerda a su primer amor. Su nieta Gimena lo filmó cantando este temazo del cordobés más famoso y fue viral en las redes. Su historia parece demostrar que las buenas emociones influyen en la salud.
¿Cómo influyen las emociones y la memoria para un proceso de envejecimiento saludable?. "En personas sanas, el estar en contacto con emociones sanas, la estimulación ambiental, las relaciones sociales y la actividad física son considerados como algunos de los 'factores de protección' más importante para prevenir estas enfermedades", aseguró la licenciada en Psicología con formación en Neuropsicología, María Emilia Gobbo (MP-6876) en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Por otro lado Gobbo agregó que las personas que ya presentan "signos de enfermedad o de demencia, se ven beneficiadas de situaciones emocionalmente positivas, por eso es muy importante visitarlos con frecuencia, fomentarlos a realizar ejercicio físico, bailar".
"Éstos son aspectos a tener en cuenta tanto por los familiares como por los cuidadores. Ante la presencia de una enfermedad crónica se debe priorizar mejorar la calidad de vida del paciente", destacó la licenciada.
Lic. María Emilia Gobbo
¿Qué sucede con la memoria cuando envejecemos?
La memoria es un proceso cognitivo complejo que a lo largo de la vida se va modificando, de acuerdo a los factores genéticos y ambientales. La licenciada Gobbo recordó que cuando envejecemos, "existe un declive normal en algunas funciones cognitivas, como la capacidad de focalizar la atención, la velocidad en que procesamos la información, la flexibilidad cognitiva y también la memoria".
"En patologías neurológicas como la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, el declive de estas funciones es mucho más profundo y abrupto", afirmó.
¿Cómo influyen las emociones?
"Se ha comprobado que las emociones juegan un rol fundamental en la codificación y almacenamiento de la memoria -explicó la licenciada. Es más fácil recordar circunstancias relacionadas a un hecho que ha sido emocionalmente significativo para nosotros que recordar algo poco significativo -por ejemplo, podemos recordar qué estábamos haciendo el día del nacimiento de un hijo, pero será más difícil recordar que estábamos haciendo un día común donde no sucedió nada emocionalmente impactante-".
Agregó que ésto sucede, entre otras cosas, "porque en nuestro cerebro las áreas anatómicas que codifican las emociones y la memoria se encuentran muy cerca".
Por otro lado afirmó que las personas que presentan la enfermedad de Alzheimer "pueden tener fallas muy importantes de memoria, pero su vida emocional sigue estando activa. Son capaces de percibir emociones e incluso de recordar hechos específicos relacionados a una emoción intensa".
Ejercitar el cerebro
La licenciada Gobbo remarcó que otro gran factor de protección para evitar el surgimiento de algún tipo de demencia "es la actividad intelectual y la estimulación de diversas funciones cognitivas".
Ante esto recordó que se recomienda adquirir el hábito de la lectura de libros, la escritura, los juegos de mesa, el uso de nuevas tecnologías a informática. "Son numerosos los estudios científicos que corroboran que una mayor reserva cognitiva implica una disminución en el riesgo de desarrollo de una demencia", aseguró la psicóloga.
Actividad física e intelectual y dieta saludable para prevenir
La licenciada Gobbo resumió que la mejor estrategia para prevenir la aparición prematura de problemas de memoria "es mantener unestilo de vida saludable, esto consiste principalmente en dos aspectos: la actividad física e intelectual y una dieta equilibrada y sana".
"La actividad física implica realizar ejercicio físico aeróbico moderado en lo posible 4 o 5 días por semana, como caminatas o bicicleta. La actividad intelectual implica no solo la lectura y escritura, sino también las interacciones sociales", recomendó.
Gobbo advirtió que muchos adultos mayores "tienden a aislarse y esto se convierte en un factor de riesgo para diversas afecciones cognitivas y psicológicas. En relación a la alimentación, se ha comprobado que la dieta mediterránea se asocia a tasas más lentas de deterioro cognitivo. La misma consiste en un elevado consumo de frutas y verduras, pescado, lácteos legumbres, frutos secos y aceite de oliva entre otros alimentos".