Lalcec: convocatoria que debe ser escuchada
La convocatoria de Lalcec para que se sumen colaboradores merece tener respuesta positiva. Porque su trabajo esforzado es cada vez más valioso para la prevención y detección precoz del cáncer, así como para asistir a los pacientes. Cumple una función social trascendente.
La presidenta de la filial San Francisco de la Liga Argentina contra el Cáncer convocó a los vecinos a colaborar con la institución. Lo hizo reconociendo que "necesitamos que la comunidad se acerque ay colabore porque es mucho el trabajo que se realiza y además uno nunca sabe cuándo puede demandar esta ayuda. El cáncer es una enfermedad que no da tregua, es triste y afecta cada vez más a jóvenes". En ese sentido, Catalina Borello, reconoció que se necesitan más socios: "Tenemos solo 800, son pocos y las cuotas que se aportan actualmente son muy bajas. En la institución necesitamos de todo, desde los insumos para la oficina hasta realizar arreglos en el techo de la cocina".
El pedido de Lalcec es similar, lamentablemente, al que formulan otras entidades de bien público porque no son muchas las personas que donan su tiempo libre y esfuerzo para participar en instituciones que procuran mejorar la calidad de vida y acompañar a los semejantes en situaciones dolorosas. En este sentido, la escasez de voluntades es una característica negativa que, por fortuna, estaría revirtiéndose, aunque todavía de manera tímida.
La pandemia ha establecido un cambio en la mirada acerca de la condición humana. La fragilidad del hombre asomó estentórea, develando los límites y los problemas que se venían arrastrando pero que estaban solapados. Así, la apatía social que reinó durante mucho tiempo habría comenzado a retirarse. Sin embargo, resta mucho por andar para convencer, de modo principal a los jóvenes, de que es fundamental su la participación social y en las problemáticas que hacen al bien común. La crisis del Covid puede haber sido un duro golpe para la "narcotización" de una sociedad que se había replegado hacia ámbitos mucho más pequeños, incluso individuales y en los que el egoísmo parecía ganar batallas.
Pero también la pandemia, las restricciones impuestas y las recurrentes crisis de nuestro país dificultaron la actividad de entidades como Lalcec. Las campañas de prevención se suspendieron el año pasado y se centró todo en la difusión a través de redes sociales y medios de comunicación. Pero no se interrumpió nunca la entrega de medicamentos, la realización de Papanicolau y el tratamiento del dolor, con todos los protocolos correspondientes para prevenir el coronavirus. Esto último requiere de fondos que aportan los socios y de trabajo de voluntarios que no sobran.
Por ello, la convocatoria de Lalcec para que se sumen colaboradores merece tener respuesta positiva. Porque su trabajo esforzado es cada vez más valioso para la prevención y detección precoz del cáncer, así como para asistir a los pacientes. Cumple una función social trascendente porque aporta a la salud pública previniendo y ayudando a los enfermos de una de las patologías más terribles y dolorosas, tanto para quien la padece como para sus familiares. Pero también su actividad es una expresión altruista que recoge frutos. Porque quien dona su tiempo y esfuerzo recibe una inyección de energía y permite devolver a la sociedad algo de lo que se ha recibido.
La Liga Argentina contra el Cáncer es una institución centenaria en el país. Fue fundada en 1921 por Helena Larroque, una científica argentina casada con el médico Ángel Roffo, uno de los especialistas en cáncer más reconocidos de su tiempo. La filial San Francisco ya lleva 52 años de trabajo ininterrumpido y es una de las más antiguas del interior. Nació el 29 de agosto de 1969 por iniciativa de un grupo de médicos del Hospital "J. B. Iturraspe" que decidieron que era necesario hacer prevención de enfermedades oncológicas en la mujer y formaron el grupo junto a una comisión de damas. Una entidad con tan fuerte arraigo en nuestra comunidad y con una misión singular merece el apoyo de todos.