“La Meme” cumple cien años
"Pasaron como un suspiro". Cuando se acordó, ya los tenía. Mirando el camino recorrido, la abuela centenaria asegura que el secreto de la longevidad es la felicidad, una vida social activa y el trabajo. Con un siglo a cuestas, Mercedes maneja un hotel, lee el diario sin anteojos, toca el piano sin partitura, hace yoga y usa celular.
Por Cecilia Castagno | La Voz de San Justo
Optimismo, trabajo y mantenerse activa son el secreto de una larga vida para Mercedes Rubiolo, "la Meme", una sanfrancisqueña que celebra sus 100 años.
"Me encuentro bien de salud y con ganas de seguir cumpliendo años", asegura la nueva centenaria, a quien el paso del tiempo no le borró la sonrisa y sigue conservando la ternura. Las arrugas no la delatan.
Los días de Meme transcurren en su casa, y en su hotel, porque además de ser esposa, madre, abuela y bisabuela, se puso al frente del emprendimiento que fundaron con su marido, Juan Casale, cuando en la ciudad todavía no había edificios y Córdoba estaba convulsionada por una revuelta popular.
En su hotel. Vivaz, lúcida, contenta, con muchas ganas de disfrutar de su momento, Mercedes celebra una larga vida.
Desde aquella lejana primavera de 1919 en el que vino al mundo, Mercedes ha pasado por tantas cosas... tantas historias, algunas alegres y divertidas y, otras, duras y tristes.
Desde el hall del hotel, la mujer se predispone al diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO. Pero antes se toma unos minutos para terminar de arreglarse. Se maquilla y posa para las fotos. Le gusta presumir y adornarse con collares.
Tiene casi la misma edad que el comienzo del voto popular en la Argentina, aunque por ser mujer, pudo votar recién desde 1947, cuando una ley habilitó el sufragio femenino, desde entonces, nunca dejó de hacerlo y el pasado domingo, también ejerció su derecho. Vio pasar gobiernos peronistas, radicales, de facto, fraudulentos y la democracia.
"Dicen que soy muy sociable y es verdad. Creo que esa es la clave de mi salud y lucidez".
Mercedes nació en San Francisco el 2 de noviembre de 1919. Hace un siglo. Es la única mujer de cuatro hermanos. Con el paso de los años, se fue a vivir a Colonia Marina. Su abuelo paterno Santiago Rubiolo fue comprando campos en distintas zonas de la provincia y a su padre, Esteban Rubiolo, le asignó el de ese pueblo. Hacia allí partieron Mercedes, Fernando, Hilario, Osvaldo, su papá y su mamá Rosa Cassineri.
Meme cursó parte de sus estudios en Devoto y luego en el Instituto Inmaculada Concepción, en nuestra ciudad, donde fue pupila, una modalidad educativa que aún sobrevive, pero no aquí. Tuvo una adolescencia de amaneceres tempranos y largas jornadas de estudio. "Solamente podíamos regresar al pueblo tres veces al año para visitar a nuestra familia", recuerda con la memoria intacta. Se recibió de maestra de piano -todavía lo toca, ¡y sin la ayuda de partituras!-, además de corte y confección.
Amor y compañero
Con tan sólo 25 años, contrajo matrimonio con Juan Casale, en quien se fijó desde el primer momento en que se cruzaron en los bailes sociales a los que de jovencita asistía, cuando sus padres la autorizaban. "En los bailes conocíamos entonces a los novios. Enseguida nos enamoramos".
En 1944 se casaron, en Colonia Marina. "Fuimos muy felices juntos". Fruto de ese amor vinieron dos hijos: Horacio y Alicia.
Pasó el tiempo y Juan tuvo una oportunidad de trabajo en una concesionaria de autos en nuestra ciudad y antes de dar una respuesta, lo consultó con Mercedes, porque todo lo decidían juntos, como un equipo. No dejaron pasar la propuesta y se mudaron.
"Pensamos que nuestros hijos podrían tener mayores posibilidades de continuar con sus estudios en San Francisco. Mi padre siempre nos decía: 'La mejor herencia que uno puede dejar a un hijo es el estudio'".
"Durante varios años, mi marido continuó trabajando en distintas empresas como vendedor de automóviles y tractores", sigue Meme.
Entre el hogar y el trabajo
Si bien las actividades y labores de la mujer de hoy son muy distintas a las de décadas pasadas, Mercedes ya perfilaba moderna para la época. Se dedicaba a las responsabilidades del hogar pero también era parte de ese pequeño número que repartía el tiempo entre el trabajo y la casa.
Siempre le gustó cocinar. Su familia asegura que los ravioles son su especialidad.
En 1969, con Juan decidieron embarcarse en un emprendimiento comercial propio, familiar: el hotel Menfis, que actualmente continúa en el mismo lugar, en Bv. 25 de Mayo 2517. Cuenta que el nombre lo eligieron por la primera capital de Egipto. En las paredes, un mural de Rubén Canelo era todo un viaje a esa ciudad de templos y faraones.
"Empezamos con seis habitaciones, luego nos fuimos ampliando y mejorando el servicio permanentemente. Con Juan, juntos nos complementábamos muy bien en las tareas del hotel hasta que lamentablemente, en 1991, mi esposo falleció".
Enviudar entristeció a Mercedes, pero no apagó sus ganas de seguir siempre adelante, aprendiendo de las dificultades del camino.
Se puso al mando de un hotel de otra época, pero que logró actualizarse y llegar airoso al siglo XXI. Tuvo la fortuna de su lado, y sobre todo, la vocación de trabajo para sortear los tembladerales económicos y mantener estoica y orgullosa, con el apoyo de sus hijos, el hotel que abrió con su marido, con sus años e historias a cuestas.
Y está feliz de trabajar hasta una edad a la que la mayoría de quienes estamos leyendo estas palabras probablemente no alcanzaremos ni a llegar.
Mercedes y Juan tuvieron visión, espíritu emprendedor pero también ayudó el ADN. No fueron los únicos de la familia en crecer laboralmente. El apellido Rubiolo está escrito en las páginas de la historia del trabajo de Colonia Marina, tierra de inmigrantes y mucho campo. El hermano de Meme, Hilario, fue intendente del pueblo durante 30 años. También su suegro, Francisco Casale, que tiene una calle en su honor.
Una abuela centenaria y memoriosa
Es inevitable preguntarle ¿cómo hace para tener esta memoria? "La verdad, no sé. A lo mejor el secreto es una vida social activa", responde. Siempre en movimiento. Es difícil ver a "la Meme" quieta. Dos veces a la semana tomas clases de yoga; en los ratos en que la conserjería del hotel está menos concurrida toca el piano y los fines de semana, está "muy solicitada", confiesa entre risas y se jacta de ejercer su alegría sin ataduras. Hasta usa celular y lee el diario sin anteojos.
Aunque sus hijos y sus nietos siempre están cerca y cuidan de ella, Mercedes tiene una vida muy independiente. Le gusta compartir el té con amigas, participar de eventos y las actividades del Club de Leones. "En la peluquería, todos me conocen. Dicen que soy muy sociable y es verdad. Creo que esa es la clave de mi salud y lucidez. Además del optimismo y el trabajo", comparte la receta de la "juventud" en la tercera edad.
Disfruta de una "abuelidad" más libre. "Con la llegada de los nietos nació una nueva etapa de mi vida -son seis- y después, los bisnietos, que ya son diez", saca cuentas y lustre de sus títulos.
"Me encuentro bien de salud y con ganas de seguir cumpliendo años. Siempre contenta. También, el trabajo ayuda mucho, estar en contacto permanente con la gente es una escuela de vida constante".
Como una quinceañera
Meme sabe que no se cumplen 100 años todos los días y entiende que a los buenos momentos hay que celebrarlos, "porque no todo es color rosa". A esta abuela también le tocó afrontar situaciones difíciles y momentos de angustia, pero supo superarlos con entereza.
"Hoy agradezco a Dios haber podido vivir mis largos 100 años con mi querida familia. Pasaron como un suspiro, algunos con mucha alegría y otros, con tristeza, pero con la convicción de haber vivido con profundo amor", agradece haber llegado hasta esta instancia de su vida con salud y espera ansiosa el próximo sábado, cuando sus familiares y amigos la agasajarán con una fiesta en un salón, donde habrá muchas sorpresas para la abuela centenaria de San Francisco, que volverá a sentirse una quinceañera.