La esperanza no se negocia
Es en el 10 de la Selección Argentina donde descansa la ilusión de la patria futbolera.
El esfuerzo no se negocia reza ese axioma futbolero que apuesta más al coraje, a la entrega, que al virtuosismo técnico, al buen trato del balón antes que nada. Se pide que el enganche corra ida y vuelta, que el nueve apriete a los centrales, porque el esfuerzo no: el esfuerzo no se negocia.
Si algo quedó claro en la tarde noche de La Boca es que la esperanza tampoco es algo cambiable, que se puede dejar en una casa de empeño y volver a buscar después, cuando haga falta.
Porque a pesar de enfrentar a un rival insípido, de una Argentina en plena formación, y de que lo que importa realmente en torno a la selección y su próximo arribo a Rusia no estuvo en La Bombonera, desde temprano esa gente que fue tiñendo de celeste y blanco el multicolor barrio pegado a la ribera del Riachuelo, llegó con la esperanza apretada en muelas y puños. Esa idea tan maravillosa de que algo bueno va a pasar, que este año si se va a dar.
Y en esa sensación que embarga cuerpos y almas, y que cuando se acerca la cita más importante del deporte mundial se afiebra de pasión, fue donde todos los que vinieron encontraron cobijo. Un abrazo fuerte y silencioso.
Si luego del juego le preguntaran a cualquiera a la salida del estadio, sobre que significa la palabra esperanza diría Lionel Meesi. Porque es en el 10 en donde descansa la ilusión de la patria futbolera. Messi es ilusionista e ilusión. Messi es la esperanza hecha hombre.
La esperanza es lo último que se pierde, sí, pero es además lo que te anima a salir a ganar, salir a buscar. Y qué mejor que la esperanza tenga forma de Messi.