La “dictadura” de Venezuela los obligó a emigrar y San Francisco les abrió sus puertas
Los Dávila - Chirinos son una familia venezolana que recaló en nuestra hace casi un año. La violencia y situación socio económica de su país los impulsó a buscar un futuro mejor para todos. Sin fecha de retorno hoy rearmaron su vida lejos de su país.
Por Ivana Acosta
Conocí a Yulibeth Chirinos (38) de casualidad en la parada del colectivo. Su tonada llamaba la atención. La mujer llegó desde Venezuela hace casi un año, en plena Navidad junto con su esposo Héctor Dávila (45), los mellizos Sofía y Héctor (9) y su hermana menor Yugeidys (31).
Dejaron atrás la ciudad de Valencia, con todo lo que eso significa para empezar de nuevo ya que no encontraban mejores perspectivas de vida en un contexto de violencia y opresión como el que atraviesa su país.
La familia abrió las puertas de su casa a LA VOZ DE SAN JUSTO para contar sobre ese proceso, su inserción en nuestra comunidad y lo que significa emigrar y "adoptar una nueva patria", una decisión nada fácil que los trajo desde un lugar con playas y aire caribeño a San Francisco.
Dejaron todo atrás y aún está fresco el recuerdo de "la gota que rebalsó el vaso" y los impulsó a irse. "El gobierno decidió el año pasado que en todos los colegios debían hacerse las mismas cosas. Por ejemplo - rememoraron - el día del cumpleaños de Chávez en las escuelas públicos había fiestas y conmemoraciones celebrando al mayor ladrón de la patria, pero los privados podían decidir no conmemorarlo. En esa época todos estaban obligados a hacerlo y eso significaba el adoctrinamiento en los niños".
"Las cosas iban mal desde que Hugo Chávez llegó al gobierno" pero fue profundizándose "la dictadura", a tal punto que creen que "parece imposible que por vía democrática se pueda salir de esa situación".
"Pasarán muchos años antes de que caiga la dictadura que agobia a nuestra Pequeña Venecia (ese es el significado de Venezuela que le dieron en la colonización española), no sabemos cuándo volveremos a ver a nuestros familiares, vecinos y amigos que dejamos atrás o se han repartido en el mundo", expresaron con nostalgia de aquello que quedó lejos de acá.
Héctor Dávila
Emigrar
Héctor es ingeniero industrial, tenía "un buen trabajo y sueldo" allá en Valencia, Yulibeth trabajaba como administradora en una empresa, mientras que Yugeidys daba clases como profesora en colegios privados.
Ninguno eligió irse solo por un factor. Entendieron que había otras prioridades en la vida cuando miraron a Héctor y Sofía. Fue ahí que supieron que en un contexto de violencia y opresión no podían seguir.
"Empezamos a pensar donde ir, teníamos familiares cercanos que se fueron a Estados Unidos, otros a Colombia. Yo me enteré que en la Argentina la única carrera que no requiere validación es Ingeniería y que acá hay un déficit por lo que son buscados", relató Héctor.
Un amigo que trabaja en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti), Norberto Rizzo, les ofreció un departamento en San Nicolás de los Arroyos (Buenos Aires) y "a ayudarlos a encontrar un empleo".
Así fue que tomaron un avión hasta esa localidad y en cuestión de días las puertas del mercado laboral argentino se abrieron para el ingeniero industrial. "Llegamos en un día de fiesta. Al día siguiente tuve mi primera entrevista y quedé trabajando en una molienda en el parque industrial de San Nicolás. A los dos meses me llamaron de una consultora", detalló.
Viajó a entrevistas cada vez más técnicas en Campana, Pacheco y Escobar donde le hicieron los exámenes médicos y lo destinaron a San Francisco. Había sido contratado por una multinacional radicada también en nuestra ciudad en solo cuestión de días: "Llegamos a San Francisco, y me dijeron que tenía que debía viajar a capacitarme en Brasil. Así pasaron seis meses", relató.
Yulibeth Chirinos
Empezar de cero
Con una historia donde dejaron todo atrás pero esperanzas de progresar la familia se mudó a San Francisco. Los chicos fueron admitidos en la escuela "José Bernardo Iturraspe". Y aunque todo sucedió en pocos meses, en realidad, demandó mucho esfuerzo hasta de los más pequeños de la casa.
Mientras Héctor se adaptaba a su nuevo entorno de trabajo y estaba en Brasil, Yugeidys y Yulibeth conocieron de a poco la ciudad y sus costumbres. Para ellos "San Francisco tiene una tranquilidad y seguridad envidiable".
Por eso agregaron: "Hablan de la inseguridad, pero la verdad no saben lo que es. En Venezuela había mucha violencia, por la situación económica y más aún cuando se reafirmó la dictadura".
Yugeidys lo vivió de cerca por el trabajo de docente que desempeñaba en los colegios venezolanos: "Era cada vez más difícil trabajar por los allanamientos y el control. El de Valencia es un municipio fuertemente opositor donde hay muchos presos y gente desaparecida. La oposición no existe porque la compraron o están detenidos".
Para estas dos mujeres nada es sencillo, ellas en la actualidad no tienen un trabajo y su rutina cambió respecto a la independencia y aportes económicos que podían hacer con desde su profesión en Venezuela.
Yugeidys
"No me importa empezar de cero pero sí fue fuerte llegar acá y no hacer lo que estaba acostumbrada, la rutina laboral. Por eso a veces se me hace complicado adaptarme a esta nueva vida pero me gustaría tener la oportunidad de trabajar acá en la ciudad", dijo Yulibeth siempre con la luz de esperanza en sus ojos.
Su hermana tampoco se rinde. A fuerza de voluntad conoció profesoras de la ciudad que la están ayudando a validar su título de licenciada en Educación con mención en Ciencias Sociales: "Norma Ludueña me presentó a su amiga Silvia Bertolini que me contactó para hacer estos trámites. Entregué los papeles para entrar en legajo el año que viene y volver a ejercer mi carrera".
En el mientras tanto ambas dan clases de catecismo en la parroquia Cristo Rey, por lo que están agradecidas al párroco Gustavo Zaninetti y el grupo que lo acompaña por incorporarlas a labor.
Héctor
Hijos del mundo
Emigrar por razones humanitarias como lo hizo esta familia es totalmente diferente de irse a otro país en busca de mejores oportunidades. Héctor por eso sostuvo: "Ser inmigrante es un estado mental y sentimiento que obliga a llevar a la tierra natal en el corazón, queriendo representarla dignamente y a la vez aprendiendo a querer a la nueva tierra y su gente".
"Siempre estaremos agradecidos a San Francisco, la Argentina, su gente por todo lo bueno que nos han brindado", finalizaron estos venezolanos que están haciéndose "amigos" de esta patria.
Yugeidys
Una nueva escuela
Sofía y Héctor dibujan mientras la charla sigue. Ambos están en cuarto grado de la escuela Iturraspe y su adaptación tampoco fue fácil, requirió de esfuerzo y mucho estudio.
"La señora Norma nos contactó con gente del colegio, la directora nos ofreció las carpetas de los chicos y ellos tuvieron que estudiar en una semana lo visto durante todo el año para rendir un examen y saber a qué grado irían", sintetizó su mamá Yulibeth.
En la prueba les fue bien y hoy están en cuarto, pero primero sus padres y tía les dijeron que "si no se daba todo estaría bien de igual manera", pero los mellizos no se rindieron tampoco y lograron su objetivo.
Hoy son dos sanfrancisqueños más que disfrutan de Internet, jugar, pelear un poco como todos los hermanos. Ella disfruta sus clases con "Lala" Boscarol y él aprende en cada práctica del mejor "9" de la ciudad, Juan Manuel Aróstegui, ya que va a su escuela de formación.