La carta de una chica con cáncer que conmovió al mundo: “Tengo 27, no me quiero ir”
Holly Butcher era australiana y compartió en un texto lo que aprendió desde que se enteró que le quedaba un año de vida.
La Carta que publicó en Facebook:
La vida es frágil, preciosa e impredecible y cada día es un regalo, no derecho adquirido.
Solo quiero que la gente deje de preocuparse tanto por las tensiones pequeñas e insignificantes. Hacé lo que puedas para que tu tiempo se sienta digno y grandioso.
Salí afuera y respirá aire hasta lo más profundo de tus pulmones. Mirá qué azul es el cielo y qué tan verdes son los árboles. Pensá en lo afortunado que sos de poder hacer eso: respirar.
Es posible que te hayas quedado atrapado en el tráfico o hayas dormido mal porque tus hijos te mantuvieron despierto, o que tu peluquero te haya cortado el pelo muy corto. Dejá que toda esa mierda se vaya. Te juro que no vas a pensar en esas cosas cuando sea tu turno de irte. Veo mi cuerpo perderse delante de mis ojos, no puedo hacer nada con eso y lo único que quiero es poder tener un cumpleaños o una Navidad más con mi familia. O simplemente un día más con mi novio y mi perro. Sólo uno más.
Apreciá tu buena salud y tu cuerpo en funcionamiento, incluso si no tiene el tamaño ideal. Cuidalo y aceptá lo increíble que es. Movelo y alimentalo con productos frescos, pero no te obsesiones con eso.
Sé agradecido por cada día que no tenés dolor e incluso por los días en los que te sentís mal porque tenés gripe, una lesión en la espalda o un tobillo torcido. Aceptá que es una mierda, pero agradecé que eso no ponga en peligro tu vida.
Dar, dar, dar. Es cierto que ganas más felicidad cuando hacés cosas por otros que haciéndolas por vos mismo. Desearía haber hecho esto más.
Valorá el tiempo con otras personas. Apreciá que tus amigos quieran compartir su tiempo con vos.
Abrazá a tu perro. Por lejos, voy a extrañar eso.
Trabajá para vivir, no vivas para trabajar.
En serio, hacé lo que haga que tu corazón se sienta feliz.
Comé torta. Sin culpas.
No te sientas presionado a hacer lo que otras personas podrían pensar que es una vida satisfactoria. Es posible que desees una vida mediocre y eso está muy bien.
Recordá que si algo te hace sentir mal tenés el poder de cambiarlo: en el trabajo o en el amor, o en lo que sea. Tené las agallas para cambiar.