“Jugando en el potrero me acostumbré a las patadas”
Miguel Escobar, a puro enganche y lujos, se ganó un lugar en el once inicial de Sportivo Belgrano. Juega, encara, se agranda ante rivales que recurren a la violencia para detenerlo, pero no les teme. “Cuchillo”, como lo apodan, es el símbolo de la desfachatez con la que hoy, la “verde”, buscará los tres puntos.
Juega, encara, tira lujos, propone el mano a mano constante, no se achica ante las patadas de rivales que, inmersos en la impotencia de haber recibido un caño o quedar pagando ante su indescifrable gambeta, intentan detenerlo recurriendo a la violencia.
Miguel Escobar, desde su ingreso al equipo, le aportó desfachatez a la zona de creación de Sportivo Belgrano.
“Algunos rivales me dicen que me van a pegar, pero a mí me gusta que me lo digan. Jugando en el potrero me acostumbré a las patadas, esas no se comparan con las que me pueden pegar dentro de una cancha”, contó entre risas el talentoso volante con pasado en la primera división de Banfield.
Durante la semana debió morder bronca por el doble penal que el árbitro no le cobró en Misiones, ante Crucero del Norte pero sabe que la revancha la podrá tener esta tarde y que, más importante aún, es que la “Verde” se quede con los tres puntos: “Hay que ajustar algunos errores que tuvimos pero debemos seguir por el buen camino en el que venimos como local”, manifestó “Cuchillo”, cmo lo apodan.
Consultado sobre su nueva función dentro de la estructura del equipo -como extremo por izquierda- sostuvo que “me estoy sintiendo muy bien más allá de que estoy jugando en una posición que no es la mía, trato de aportar lo mejor para el grupo”.
Y luego agregó que “el cuerpo técnico y nosotros somos conscientes de que nuestro fuerte es jugar por abajo, tratar de llegar al arco rival poniendo la pelota en el piso. Capaz nos está faltando un poquito más de suerte y que la pelota entre. Siento que estamos creciendo, futbolísticamente vamos de menor a mayor”.