En las aulas de la ciudad se habla pero no se implementa el lenguaje inclusivo
Anabel Lucero y Victoria Martino son profesoras de Lengua y cada una tiene una opinión formada sobre el uso de esta variante lingüística. Coinciden que "de haber cambios tomará mucho tiempo" para que la estructura del idioma se transforme.
Por Ivana Acosta
En un aula un profesor enseña Lengua conforme los parámetros normativos establecidos universalmente para ese idioma, pero cuando los chicos hablan no solo hacen uso de ese lenguaje sino que otros usos entran en escena.
Así pasa con el lenguaje inclusivo que entremezcla - como todo - las ideologías que cobran relevancia en los discursos y atraviesa solo a través de la de las palabras las transformaciones sociales.
Dos profesoras de Lengua de nuestra ciudad analizaron el tema en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO. Victoria Martino, comunicadora social, y Anabel Lucero, licenciada en Letras, tienen su propia visión y aunque quizá no coincidan en la concepción de esta nueva variante lingüística, sí lo hacen en que la cuestión no solo puede reducirse a estar de uno u otro lado, en contra o a favor.
Cada una tiene su pensamiento, pero más allá de eso entienden que la empatía es necesaria en estos casos como una forma de respetar los pensamientos del otro; algo que el lenguaje inclusivo también deja en evidencia de forma permanente.
Ideas encontradas
Victoria reconoce que más allá de coincidir con el uso del lenguaje inclusivo "le cuesta usarlo en la oralidad". Algunas excepciones son el "todes" y "chiques". Pero para escribir las cosas cambian y el uso para esta comunicadora, en este caso, es más frecuente.
Independientemente de la utilización o no, para ella la cuestión pasa por otro lado. "Depende mucho con quien estás hablando porque hay toda una cuestión ideológica de poder que está debajo del uso del lenguaje. En el aula me sigo dirigiendo a 'los chicos', pero lo que trato de hacer es desdoblarlo en chicas y chicos".
Realizar ese desdoblamiento atenta contra una regla lingüística: la economía de la lengua, un principio reconocido como básico que evita el uso tedioso del idioma según los géneros y permite generalizar. Dicha universalización en la actualidad se representa con el género masculino, por eso para quienes optan por el lenguaje inclusivo el doble reconocimiento permanente también es dificultoso, pero lo creen necesario para dar cuenta de la presencia de otros grupos sociales que "merecen reconocimiento" y "voz en el discurso".
Del otro lado y en el marco de la charla, Lucero también tiene cosas para decir. "Los cambios lingüísticos a lo largo de siglos siempre existieron pero se dieron de forma natural, no impuesta. Y así pasa con el lenguaje inclusivo porque para una gran cantidad de hablantes en este momento es ajeno", indicó.
Para la docente se trata de una "neutralidad forzosa" donde "se mezclan" las cosas y lleva a que se pierda, en consecuencia, "la riqueza cultural" que tienen consigo las palabras y determinan su uso en distintas situaciones.
Anabel no deja de lado la idea de que la lengua española a lo largo de los siglos fue modificándose y hoy "nadie habla como lo hacía Cervantes", pero los cambios en este caso fueron naturalizados y generalizados, por eso la Real Academia Española (RAE) los termina reconociendo y "legalizándolos" en la práctica; "como pasó con el verbo googlear", por ejemplo.
Para la licenciada en Letras, Anabel Lucero, la neutralidad
en el lenguaje le quitaría riqueza cultural al idioma.
Un cambio natural
El consenso es vital para poder establecer cambios en una sociedad, y la negociación entre grupos también lo es para entender cómo se forma y deciden las cosas.
Lucero entiende que si una nueva forma de escribir y hablar surgiera - más allá del lenguaje inclusivo - esto debe nacer de la aceptación social y no de la imposición. "Aunque muchos lo vemos como algo innecesario, de todas maneras, si se tiene que dar será en forma paulatina y no por decisión de un grupo. Lo que molesta - entre los detractores - es que haya personas que quieran imponer que se hable así", enfatizó la docente.
La voz de Victoria se vuelve a escuchar. "Pareciera que la lengua no cambiara nunca pero en realidad es algo lento e imperceptible. Es el hablante el que incorpora los cambios", aportó Martino, quien agregó que también influyen para esto los movimientos sociales, formas culturales, relaciones y distintas visiones de vida.
Anabel y Victoria coincidieron en que si naturalmente se diera este cambio no sería cercano en el tiempo, porque - sobre todo- implicaría una modificación estructural absoluta. Esto es así porque hay palabras en el idioma que no tienen género pero sí sus artículos que las preceden, y debería compaginárselo para que "todo tuviera lógica", hasta "en el mínimo detalle".
Victoria Martino es optimista con el uso del lenguaje inclusivo pero considera que implementarlo obligaría a un gran cambio en la estructura del idioma.(fotos Manuel Ruiz)
Detrás del lenguaje
El lenguaje tiene dos partes diferenciadas, una donde se aprende la correcta forma de escribir y los códigos que componen el idioma. Pero también está la otra vinculada al hacer y empleo de las palabras.
En diferentes contextos, el lenguaje puede tener múltiples significados y ahí las dos profesoras vuelven a disentir. Para Lucero el "todos los chicos" no hace diferencia entre géneros. Pero para Martino "deja de lado" a una parte de la sociedad en el discurso.
"No quiere decir que la violencia o la discriminación vayan a dejar de existir porque se cambie el lenguaje, pero sí se dará a conocer. Es un camino que podemos tomar y un tema que creo hay que poner en discusión", concluyó Martino.
Para su colega es totalmente opuesto. "Se trata de una apertura a una nueva discusión, debemos enfrentarla si nos fortalece como sociedad pero no si solo divide. Les tenemos que enseñar a los chicos que más allá de cómo hablen deben saber respetar y poder sostener igual un diálogo", finalizó.
A pesar de todo, hay una suerte de clave lingüística donde las jóvenes profesoras vuelven a unirse: la empatía, el respeto y aceptación de las ideas también pueden transmitirse a través del lenguaje y sería bueno que "todes", todxs", todas y todos las puedan poner en práctica.