El tobogán del medio siglo
La Plaza General Paz esconde en cada sector un secreto. Hace tiempo contamos que se mantiene el monolito del primer teléfono público, ahora es turno de ese tobogán alto y de madera que les da alegría a los chicos cuando suben y "ven un San Francisco en picada".
La plaza General Paz no solo es la primera de su tipología que fue construida en nuestra ciudad allá por los años '30 en un incipiente San Francisco. En aquel entonces se llamaba Plaza Sur y albergaba por ejemplo un kiosco que ya no existe, el subsuelo para el placero, el primer teléfono público y los juegos más antiguos de la ciudad.
En este caso, esta plaza a la que todos admiran por sus bancos revestidos por mayólicas, la fuente ubicada en un cerco hundido y la "plancha" de madera con la que todos jugaron alguna vez también tiene al juego más viejo y - en condición de usarse - más alto de la ciudad.
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Ese tobogán que parece gigante cuando los chicos apenas despegan del piso y al que añoran subirse tuvo otros semejantes en otras zonas de la ciudad, pero las decisiones políticas y los cambios en la forma de fabricación los terminaron sacando. Menos este.
El de la "General Paz" subsiste al tiempo, a los toboganes revestidos de plástico para darle seguridad a los chicos, a las lluvias, a todo.
El tobogán más alto de la ciudad es también el más viejo porque data - según aportó a LA VOZ DE SAN JUSTO el presidente del Archivo Gráfico y Museo Histórico (AGM), Arturo Bienedell - de la década de 1960, y según recordó el exsecretario de Obras Públicas, Oscar Cornaglia, "en esa época todos los juegos eran iguales, es decir, de madera".
La Plaza General Paz se ha modernizado con el tiempo, pero hay cosas que ni el avance de la tecnología en materia de juegos y diseño urbano la pudieron traspasar.
La plancha sobrevive y ahí se divierten grandes y chicos. Los pasamanos todavía aguantan y están en perfectas condiciones.
Además, todo ese sector lúdico para los más pequeños sigue teniendo como emblema aquel tobogán, ese "gigante" con el que los chicos se admiran y por eso disfrutan de él todos los días. Solo por ellos, porque "era de buena madera" el juego se mantiene en pie.