El otro Schindler: el judío que salvó al Bayern Múnich
Kurt Landauer. Nombre poco conocido para muchos quizás, pero es el hombre al que le atribuyen la génesis del éxito del Bayern y lo elogian como uno de los grandes pioneros de la Bundesliga en general.
Por Manuel Montali | LVSJ
Quizá haya pocas ligas de fútbol en el mundo tan predecibles como la alemana. Allí, retomando la popular frase de Gary Lineker, el fútbol es un deporte que se juega 11 contra 11 y en el que siempre gana Bayern Múnich. El equipo sumó a su cabeza, recientemente, el peso de la décima corona consecutiva, mostrando aún en cancha a algunas de las figuras que ganaron el Mundial de 2014 y también un par de Champions. Pero es en terreno doméstico donde este equipo alemán marca una diferencia en juego y figuras que resulta abismal con respecto a sus competidores.
Y este poderío, para muchos, hoy vuelve a tener nombre: el de un sobreviviente del Holocausto llamado Kurt Landauer. Pero no solo le atribuyen la génesis del éxito del Bayern, sino que hasta lo elogian como uno de los grandes pioneros de la Bundesliga en general.
El nombre de Landauer, sin embargo, no fue reivindicado sino hasta hace relativamente poco tiempo. Su origen en el seno de una familia de exitosos comerciantes judíos había llevado el apellido al más puro ostracismo.
Kurt había visto la luz en Planegg, Baviera (Imperio alemán), el 28 de julio de 1884. Cuando once jugadores encabezados por el fotógrafo Franz John fundaron el Bayern Múnich en 1900, él se puso los guantes para atajar en el segundo equipo. Duró pocos goles bajo los tres palos. Se fue a estudiar finanzas a Lausana y Florencia, y regresó en 1905 para ayudar al club desde otras posiciones. Así, fue prosperando hasta convertirse en su presidente. Su primer mandato fue entre 1913 y 1914, interrumpido al ser llamado a filas con la Primera Guerra Mundial. Al finalizar el conflicto, comenzando el primer "milagro" alemán del siglo XX, hubo otro "pequeño milagro", que fue casi sinécdoque de la reconstrucción nacional: la subsistencia del Bayern.
La entidad había estado a punto de desaparecer pero, cuando Landauer volvió para ser nuevamente presidente desde 1919, se consolidó, empezó a crecer y ganó sus primeros laureles importantes, como el campeonato alemán de 1932, junto a la puesta en marcha del proyecto de su propio estadio. Políticas aplicadas sobre el club, como el internacionalismo, contagiaron el espíritu de la competición y marcaron también el rumbo profesional de la hoy llamada Bundesliga. Poco después de este gran logro, y de 14 años de mandato (interrumpidos solo en un corto período en 1921), el presidente cedió su lugar, el 22 de marzo de 1933.
Los motivos eran otra vez extradeportivos: el ascenso del nazismo. Un mandatario de origen judío, en un club también mirado de reojo por los antisemitas, en un deporte que a nivel profesional era considerado "asunto judío", siginificaba casi una sentencia de muerte. El club fue cayendo y penando su estigma en ligas regionales, hasta el final de la guerra, perdiendo gente e instalaciones bajo el fuego.
A Kurt no le fue mejor con las leyes de exclusión laboral, quedando relegado a un trabajo menor en una lavandería judía. Incluso, en noviembre de 1938 fue encerrado en Dachau, el campo de concentración original del nazismo, modelo de los otros 40.000 que construyeron. En el bloque ocho, sala cuatro, de esa exfábrica de municiones ubicada unos 15 kilómetros al norte de Múnich, estuvo durante 33 días. Pero fue liberado por reconocimiento a su trayectoria durante el primer conflicto bélico. Sin empleo ni casa, y con tres hermanos muertos y una hermana desaparecida por la guerra, optó en 1939 por exiliarse en Lausana, el lugar en donde se había formado.
Tras el fin de Adolf Hitler y la capitulación alemana, un nuevo "milagro" estaba en ciernes. El Bayern se refundó, sobre todo con el regreso en junio de 1947 de Landauer. Estaba de paso, visitando Múnich por primera vez después de su exilio, pero lo tentaron para que se quedara. Reelecto presidente, estuvo al mando de los "bávaros" hasta 1951, ayudando además al club en los años posteriores como cabeza de una comisión de finanzas. Murió el 21 de diciembre de 1961 en Múnich, a los 77 años. Saneado, el Bayern ganó su segundo título en 1969 y creció hasta ser el gigante que hoy todos conocen.
El nombre de Landauer estuvo perdido y olvidado en la prehistoria del club hasta hace muy poco, cuando sus familiares empezaron a recordar su historia y luego un grupo de fans, los Schickeria, tomaron la causa como propia, embanderados con su rostro para advertencia ("Nunca más") sobre la barbarie que siempre acecha.
En 2013, gran año dentro de una gran década para el equipo, con títulos saliendo como pretzels calientes, Kurt fue declarado "presidente de honor", en reconocimiento a los diversos períodos en que guió a la institución de nuevo hacia la luz, como un ejemplo más de aquellos hombres a lo Oskar Schindler que le devolvieron el orgullo a Alemania. Una plaza, frente al imponente Allianz Arena (estadio de una entidad que supo quedarse sin nada bajo los bombardeos), también perpetúa su memoria.