El otro campeonato
Se viene la Superliga y vuelve el formato del fútbol pago. Pero asoma otro torneo: hinchas vs. multinacionales. Los goles como botín de guerra y símbolo de una remake con aire noventoso.
"Toda una generación de jóvenes escuchará por primera vez en su vida un partido por la radio", se escuchó decir con una mezcla de resignación y consuelo a un señor que empieza a peinar canas en una mesa de café.
El fin del Fútbol Para Todos y las nuevas reglas impuestas por empresas extranjeras se prestan a un análisis cultural de un fenómeno social como lo es nuestro deporte favorito. La premonición del cliente del bar tiene buenos argumentos: muchos hinchas crecieron acostumbrados a ver los partidos dónde y cómo se les plazca. A muchos, no les quedará otra que amigarse con una tecnología del siglo pasado y descubrir la magia de la radio, de maravillarse con los dotes de un relator de la Vieja Escuela.
Pero el presagio de nuestro amigo peca, al entender de quien escribe estas líneas, de cierta inocencia. "Les hago un Live de Instagram en el primer partido que vaya", comentó el seguidor de una página futbolera bajo el post que anunciaba que ya no podría reproducir los videos de los goles en las redes sociales. Como respuesta, recibió un montón de emojis de manos aplaudiendo y pulgares en alto.
"Les hago". ¿A quiénes? A esos gigantes que a golpe de billetera vienen a darle una bofetada a lo que ya era uso y costumbre por estos pagos, a quienes con un contrato en la mano pretenden convertirse en guardianes del tesoro más preciado: el gol.
El comentario tan festejado del fanático virtual no habla de resignación sino de rebeldía. Nos muestra en el horizonte el otro campeonato que se viene: hinchas frente a multinacionales.
Parecido pero no igual
El dramático giro de 180 grados que significó la decisión del Gobierno de dar por finalizado el FPT y la aparición en escena de Fox y Turner nos llevó en un viaje imaginario y sin escalas a las épocas de decodificadores, bares llenos y goles reproducidos con muñequitos y televisaciones de tribunas. A esa era tan noventosa de tener que esperar que Fútbol de Primera reprodujera los goles para -claro- así ganar unos cuantos Martín Fierro, incluido el de oro.
En aquellos años, sí, no quedaba otra que escuchar los partidos por la radio y amontonarse en un bar. Hoy, los tiempos cambiaron y cada hincha, celular en mano, se convierte en productor, camarógrafo, periodista y distribuidor de sus propios contenidos.
Por otro lado, la gratuidad del Fútbol Para Todos propició la proliferación de una buena cantidad de páginas webs y canales de Youtube que reproducían los partidos para quien no estuviera frente a un televisor pero sí ante un teléfono o tablet.
Cuando gigantes como los que llegaron a nuestro país desembarcan, lo hacen con toda su artillería y con el objetivo claro de maximizar las ganancias en el más corto plazo posible.
Y volver a codificar el fútbol no es todo: otra vez quieren secuestrar los goles y que no se escapen por las hendijas de las redes sociales.
Así, durante la semana anunciaron como si leyeran un bando que se perseguiría y sancionaría duramente a quienes reprodujeran en Facebook, Instagram, Youtube (etc.) goles, jugadas o cualquier imagen de las que ahora son dueños y señores.
Se viene la guerra
Si alguien piensa que es imposible monitorear a los millones de usuarios que cada una de estas redes posee, se equivoca. De hecho lo vienen haciendo hace años: si bien sus caras son amigables y lucen de manera "cool", también son multinacionales que defienden sus intereses. Cuentan con la tecnología a su favor y están acostumbrados a "espiar" más allá de lo que consideraríamos legal.
Los bots no son un invento de The Matrix. Existen y es un software capaz de reconocer rasgos, patrones, rostros, música, sonidos. Se usa principalmente para evitar violaciones a la ley de Copyright y para evitar contenido pornográfico en sitios que no son propicios.
El programa reconoce un ADN de la transmisión y envía un alerta. Allí entra en acción un ejército de "guardianes de contenido" (estos sí son humanos) para dar de baja el contenido prohibido, llamarle la atención al usuario o darle de baja la cuenta en algunos casos.
Y no lo hacen de buena onda que son con los dueños de los derechos televisivos. Lo hacen para evitarse juicios millonarios.
Y hablando de juicios, Fox y Turner ya contrataron los abogados más afamados en cuestiones de antipiratería, como quien estuvo al frente del juicio contra la web Cuevana, que reproducía películas de manera ilegal.
Parece un ejército demasiado poderoso para una guerra desigual. Pero, del otro lado, estará el hincha rebelde, desbordado de pasión y con un buen porcentaje de resentimiento a cuestas que buscará hacerle la vida imposible "al sistema".
Miles y miles de espectadores en la cancha, cientos de miles frente a un televisor con Smartphone en mano, esperando que la pelota empiece a rodar.
Hecha la ley, hecha la trampa en estas tierras. Y lo que sobra es talento, hasta para las avivadas.
¿Comenzarán a inundarse las redes con videos cortos y de poca calidad, con sonido ambiente inmejorable? ¿Estaremos ante el inicio de una nueva realidad virtual más criolla? ¿Llegará el momento en que los bots y guardianes y abogados consideren que tanto esfuerzo es estéril? ¿Podrá este Coyote alcanzar alguna vez al Correcaminos siempre más vivo?
La Super Liga, más allá de su nombre ostentoso, propone un nuevo paradigma para el fútbol argentino, más profesional y rentable. Pero también traerá un campeonato paralelo que se jugará rec a rec, twit a twit, historia tras historia. ¿Quién ganará? ¿Habrá un ganador? Solo hay que esperar a que la pelota empiece a rodar y bese por primera vez la red y una orda de orcos salga dispuesto a liberarla de las jaulas del imperio. Suena prometedor, ¿no?