El merendero que transformó la ayuda en una “verdulería”
La Amistad produce y vende lo que cultiva y con lo recaudado desea llegar a pagar el alquiler para seguir funcionando en un predio que recibe a diario más de 40 chicos con una copa de leche y actividades.
El merendero La Amistad, en Frontera, dio un paso más e hizo de su cultivo de verduras y hortalizas frescas un emprendimiento laboral que le permite un ingreso económico para seguir alimentando y educando a más de 40 chicos de entre 4 y 13 años, de familias vulnerables.
Las bandejitas de lechuga "vuelan" apenas los voluntarios de este espacio social las ponen a la venta. También hay remolacha, achicoria, lechuga, coliflor, zanahoria, apio, pimientos, rúcula y rabanitos.
Esta semana saldrán otras 30, directo de la huerta a la mesa de los clientes, pero de rabanitos con achicoria o lechuga, a un valor módico de $30. En el corto plazo esperan con lo recaudado poder afrontar el pago del alquiler del predio que hoy ocupan en calle 100 y que los impulsores del merendero abonan a pulmón, de su propio bolsillo.
Todo comenzó cuando en vez de recibir los zapallos que un joven cosechó y decidió repartir entre comedores y merenderos comunitarios de San Francisco, Frontera y barrio Acapulco (Josefina), ello le pidieron que los ayudara a hacer su propia quinta.
En el merendero La Amistad comenzaron con
una huerta pequeña, de 5 metros por un metro, que se agrandó y hoy ocupa una
parcela de tierra de 17 metros por 2, con la idea de expandirse un metro más a
lo ancho. Y en agosto, sumar la siembra de plantas rastreras como el zapallito
y el coreanito. Así, los impulsores de este refugio
comunitario cumplen con el objetivo para el cual abrieron este espacio: la ayuda
alimentaria pero no en un sentido asistencialista, sino acompañada de la
enseñanza de valores como el trabajo, que ayuden a autosustentarse y salir
adelante. "En esta época de campaña electoral, muchos políticos reparten bolsones pero pocos
reparten palas para trabajar", dijo Gonzalo Giuliano, uno de los colaboradores
del merendero. La iniciativa nació de la semilla del
compromiso social con los más desprotegidos. A través de un proyecto en
conjunto de Red Solidaria y el administrador Rural Pablo Curró, este año La
Amistad recibió las herramientas básicas para el trabajo de huerta, recurriendo
al programa Pro-Huerta, del Inta, que les provee las semillas. Los encargados de llevar adelante el
cultivo son los propios chicos que asisten al merendero. Con las manos en la
tierra, aprenden un oficio y a la vez, la tarea funciona como "terapia", como un
"juego".La quinta
crece y permite al comedor comunitario autosustentarse
Ayuda que siembra trabajo
Las bandejas de lechuga, listas para la venta
Giuliano contó a LA VOZ DE SAN JUSTO que luego de un intento fallido de emprender la huerta en 2018, el deseo se cumplió este año.
"Pablo Curró posteó una montaña de coreanitos para repartir en comedores o merenderos, hablé con él y le pregunté si en lugar de regalarnos coreanitos nos ayudaba a armar la quinta. Le encantó la idea, nos dijo que no siempre podía venir pero se puso a disposición constante, nos consiguió las semillas a través del Inta y nos largamos", recordó.
Agregó que "una huerta precisa continuidad, una persona regando diariamente, sacar yuyos, mucha constancia". Pero ese no fue un obstáculo, porque enseguida los chicos del merendero se sintieron atraídos por el reto.
La huerta comunitaria se amplió y la variedad de cultivos es grande
"Tuvimos que buscar todo: tachos y mangueras para regar, los palos para cercar, y los chicos siempre ayudando. Hicieron un espantapájaros, limpiamos el predio y cortamos los yuyos", dijo Giuliano y refutó el prejuicio social: "Los chicos sí quieren agarrar la pala", aunque entre risas aclaró que "los enanos revoleándola son un peligro".
Giuliano manifestó que "cuando vimos que la huerta crecía, nos propusimos hacer más. Hay canteros que no tienen nada a la vista porque están recién sembrados. Conseguimos una bomba de agua que cambió todo, en 15 minutos podemos regar la quinta".
Además de variedad de verduras, en la huerta comunitaria hay flores. "Vamos a apuntar a lo que tiene más salida comercial que son las hojas", indicó por su parte Emiliano Buffa, otro de los colaboradores, y destacó el hecho de que los chicos "incorporen la huerta como un juego".
Los colaboradores del merendero que vende lo que produce destacan la posibilidad de brindar herramientas para trabajar a partir de la ayuda social
Más que una merienda
Buffa expresó que el funcionamiento del merendero no está fundado en la caridad sino en la necesidad. "Soñamos con que el día de mañana esto se convierta en un espacio cultural y no en un lugar al que el chico viene a merendar", dijo.
"Trabajamos para que estos chicos vayan a la escuela, estén contentos y vengan acá y encuentren un espacio de felicidad, para que sepan que el saber es algo para disfrutar y que cuando tengan 18 años digan 'tengo este proyecto'".
Cómo colaborar. Entre las necesidades del merendero La Amistad se encuentran cualquier elemento para trabajar en la quinta, un tractor o motoguadaña para cortar el césped, semillas, platos, vajilla, alimentos y ropa. Quiénes puedan ayudar, deben acercase al espacio de calle 100 Nº 960. Instagram: Merendero La Amistad.