El día que Sportivo torció la historia
El 14 de junio de 2009, hace una década, el "verde" dejaba atrás años y años de intentos infructuosos y se animaba a probarse el traje de grande. Recordamos el ascenso al Torneo Argentino A ante Gimnasia de Mendoza.
Era una tarde fría y gris en Mendoza. Semejante urbe casi no vio alterada su cotidianidad en las primeras horas del domingo. El Parque General San Martín mostraba su inmensidad habitual, con los árboles escasos de hojas y algún que otro turista desprevenido.
Quienes estuvimos en los días previos acompañando la concentración del plantel de Sportivo a la espera del que fue hasta ese momento el partido más importante de su historia, nos debatíamos entre la ansiedad y la incertidumbre.
El 2 a 1 que había logrado en la ida le daba ventaja ante un Gimnasia de Mendoza que ya por el hecho de estar jugando la Promoción y luchando por no descender, llegaba con el ánimo por el piso. Pero era un grande de una provincia con mucha historia y tradición futbolera.
Además, el clima no parecía presagiar nada bueno. Sportivo había llegado cargado de ilusiones pero también con una mochila a cuestas de innumerables intentos de dar el salto que quedaron en la nada.
Como aquella final con el 9 de Rafaela o los penales con Juventud de Pergamino. El "verde" se había acostumbrado a luchar hasta el final y no poder saborear las mieles del éxito. Casi que se había acostumbrado a que la suerte sea siempre ajena.
Poco más de un año antes de ese 14 de junio de 2009 había vuelto a ilusionarse. De la mano del Pájaro, el equipo venía arrasando hasta que un arbitraje malicioso y los incidentes posteriores volvieron a dejarlo fuera de carrera.
No había caso, parecía. Pero, como siempre, volvió a la carga. Entonces, cuando esa monotonía taciturna de domingo a la tarde en Mendoza comenzó a transformarse, algo nos dijo que podía ser el día en que por fin la historia cambiara su rumbo.
Quienes estuvieron ahí para ver arribar la caravana de micros repletos de hinchas verdes pueden sentirse privilegiados porque fue una de las máximas demostraciones de fidelidad y pasión que haya vivido la entidad de barrio Alberione.
Esa marea verde cambió el clima: subió la sensación térmica y comenzó a sentirse aroma a victoria. Esas mil almas se ubicaron en una cabecera, soportaron las piedras y cantaron de principio a fin.
Cuando el Gringo Tomasini metió la zurda y la mandó a guardar tras un centro bajo de Goico, aquellos años de sufrimiento en vano comenzaron a desvanecerse. Ni que hablar cuando Luna culminó un jugadón con un cabezazo letal y llegó la debacle para el local y la algarabía inexplicable para ese millar de hinchas apretujados de emoción.
La caravana del otro día, el estadio abierto un lunes al mediodía, las promesas cumplidas en masa, la resaca que duró toda la semana... señales inequívocas de que esa fría tarde de Mendoza, Sportivo había logrado -por fin- torcer la historia a su favor.