El aparato creado por alumnos del Ipet 50 volverá a “poner en pie” a una policía
La mujer probó el aparato con el que apuesta a desarrollar una mejor rehabilitación que la ayude a lograr independencia en su desplazamiento. Un tumor cambió su vida en 2016 y un "milagro" le ganó a la ciencia. Fue Dios, en quien ella cree, el que le puso a los chicos del Ipet 50 "Emilio F. Olmos" y su diseño para "pechar hacia adelante".
Técnica, ciencia y milagro. Esas tres palabras describen la historia de Eugenia Aimar la policía de nuestra ciudad que tendrá una nueva oportunidad para caminar con independencia. A ella en 2016 le detectaron un tumor en la columna (afectó las vértebras D1 a D4) que comprometía la médula.
La mujer es la nueva candidata a llevarse el segundo aparato llamado Flexy que diseñaron los estudiantes de 6° año "C" del Ipet 50 "Emilio F. Olmos". El primero había sido Leonardo Tevez cuya historia fue contada por LA VOZ DE SAN JUSTO.
El caso de este profesor le iluminó los ojos a Eugenia que al leer esa historia conoció ese rostro de otro lado. La imagen la remitió a aquel joven que conoció cuando estaban en una clínica en Tanti donde ella fue a rehabilitarse intentando volver a caminar.
Sus lesiones son diferentes pero el Flexy puede adaptarse para que ambos ganen en calidad de vida y esa mejora se da gracias a la inteligencia y los conocimientos de los chicos de la "Escuela del Trabajo" que lo diseñaron.
Esas emociones e imágenes se ven en el brillo de los ojos de Eugenia que está de pie apoyada en Flexy, el aparato que le permite sostenerse de forma erguida. A su lado está su pareja y de reojo mira su hija. Alrededor hay una especie de congreso de técnicos todos del Ipet 50 que están hablando sobre los ajustes que hay que hacerle al artefacto.
Eugenia se siente bien, "bárbaro", mientras su kinesióloga explica con gestos y su voz cómo esta valiente mujer podrá mejorar su postura, avanzar con la rehabilitación y lograr caminar con independencia. Ya no será la de antes del tumor, ni la que atravesó esa enfermedad, pero se convertirá en una simbiosis perfecta de las personas que pasan a llamarse luchadores.
Por eso para comprender porque la fórmula técnica, ciencia y milagro tienen sentido en esta mujer hay que empezar a contar la historia al revés.
Técnica y ciencia
Es un poco difícil pensar que los jóvenes sean los que dan las explicaciones y son los adultos que absortos los escuchan. Esa situación se dio en una de las habitaciones del Ipet 50 cuando
Martin boero, Enzo Brochero, Facundo Bustos, Jhordan Cassol, Joaquin Galfré, Vladimir Delgado y Kevin Gudiño explicaban cual era la función de Flexy y cómo se la podía adaptar para dar un plus a la recuperación de Eugenia.
A su lado la kinesióloga María Celeste Casado aportaba los conocimientos científicos que redondearían el uso ideal del aparato para que esta mujer pueda salir adelante y caminando - con el tiempo - por sus propios medios.
Era como una cumbre de médicos cada cual aportaba datos y contribuía a las conclusiones de cuáles eran los mejores arreglos para cuando Flexy esté en la casa de Eugenia.
Los beneficios para Eugenia fueron explicados de forma sencilla por su kinesióloga quien les contó a los chicos y el docente Guillermo Gottardi que en este momento ella "no tiene control en el tronco", por ello necesitaban firmeza y una posición donde "no esté colgada sino erguida" acorde adonde por ahora puede concentrar sus esfuerzos.
La rehabilitación expresó que "permitirá que ella gane fuerza" y que algunas de las cosas que pedían se ajusten al cuerpo de Eugenia estén firmes.
Cada vez que Eugenia se levantaba la fuerza era descomunal pero admirable por el empeño de una mujer que mide 1.73 y que más de uno vio en las calles haciendo adicionales y sirviendo a la comunidad a través de la seguridad.
Cada minuto que Eugenia estuvo parada - fueron alrededor de 45 en total - para todos parecía algo dificultoso pero que ella podía soportar. Su kinesióloga fue firme cuando dijo que "la van a tunear con tiempo pero que ahora necesitan control" y ese aporte lo da Flexy.
Milagro
Bajo esta perspectiva a Eugenia no le queda opción más que dar batalla y transitar nuevamente la rehabilitación. Ese tumor que la aquejó en 2016 y contra el que luchó amagó con volver en 2018 y fue muy doloroso.
Sus ojos se llenan de lágrimas y la piel se torna rosada cuando recuerda eso pero de inmediato surge la luz en torno a su rostro. Había luchado tanto por conseguir el aparato electroestimulador (cuyo valor era en dólares y que hizo en un primer momento su historia conocida) en primera instancia y lo logró. Actualmente se lo coloca en la pierna derecha, donde la radiación causó un daño irreparable, para estimular los músculos.
Sin embargo, en 2018 - un atrás prácticamente - volvió a tambalear. Después de estar en Tanti "solo dos días pudo caminar con normalidad" y eso no fue una buena señal. Acudió de inmediato al neurólogo y tras una serie de estudios le confirmaron que el tumor de 2016 (que no se podía extirpar) había crecido.
Ahí apareció la creencia. La madre de Eugenia es "súper católica" siempre desde el primer momento "le insistió en que vaya del Padre Ignacio" en Rosario. Mientras preparaban todo para una nueva ronda de quimioterapias ella se entrevistó con este hombre, popular porque intercede ante Dios y ha salvado - según los testimonios - a muchas personas.
"Le indicó un tratamiento a seguir", mientras seguía preparándose con su equipo médico y ahí todo sucedió. El verdadero milagro, el flash de las cosas que no se explican.
"Lo hice, me realicé la resonancia y cuando vimos los resultados dio que el tumor había desaparecido, solo hay una mancha en la zona que podría ser producto de los rayos o de la operación, pero el tumor no está. Los médicos no lo podían creer", recordó emocionada esta valiente mujer.
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Un esfuerzo más
En mayo pasado Eugenia se cayó cuando estaba caminando con un andador en su casa. Hasta ese momento ya sin el tumor y con el estimulador en la pierna podía ir y venir de su trabajo con cierta normalidad.
La caída le provocó una fractura de la cual se está recuperando. Sus sueños son concretos y nada imposibles porque "sería feliz con poder ir caminando con su hija Pilar a la plaza, ir sola a sentarse al frente o patio de su casa".
Los sueños de ella son los de la pequeña Pilar y los de su pareja Leandro Navarro. Hoy si bien "no siente vergüenza y no sabe a qué se debe" está enfocada en ir y venir de su casa al trabajo, de esa forma "se focaliza en la rehabilitación" que nadie sabe cuánto durará pero que con su fuerza de voluntad seguro será más corta.
Eugenia no se reconoce a cómo era antes de 2016, contó que "vivía para el trabajo, estaba pasada de vuelta, acelerada y el resto no existía". Desde esa parada obligada "empezó a valorar mucho más las cosas, algunas que antes ni le importaban", por eso su próxima meta es caminar en libertad.
En un momento se mareó. Hacía fuerza por aguantar, pero todos pararon de inmediato y la ayudaron a reincorporarse de los espasmos que sentía. "Tranquila que te tenemos todos", se escuchó casi al unísono.
Eugenia sueña "hacer así" como quien se suelta y es sostenido por los miembros inferiores y gira en busca de la libertad. Lo anhela más que nunca, más que a todo y está dispuesta a lograrlo.
Flexy también es protagonista
Es un aparato desarrollado por un grupo de estudiantes del Ipet 50 "Emilio F. Olmos" de la especialidad Mecánica. Los chicos concurren a la división "C" de 6° año y la primera pieza de diseño de este tipo (que Eugenia rememoró tenían una similar en Tanti) la ajustaron a la medida del profesor Leonardo Tevez.
Ahora hicieron lo mismo para Eugenia, tanto a ella como al docente brinkmanense les permite estar parados y en el caso de la policía le otorgará facilidad para rehabilitarse con mayor seguridad.