El acomodador: un trabajo que sobrevive en los pasillos del Mayo
Emeterio José Tarquinio (70) es el último acomodador de salas de cine de nuestra ciudad. Pese a que ya no tiene este rol en las salas de pantalla grande, el hombre sigue cumpliendo este rol en el Teatro Mayo y todavía -asegura- no piensa abandonar pese a su edad. De todos modos ya tiene un reemplaza, su hijo Federico a quien le enseña los secretos de una profesión añeja que no sucumbe.
El acomodador dentro de los cines funcionó hace mucho tiempo atrás. Sin embargo, en los teatros hoy persiste ya que su rol es fundamental para lograr un orden dentro de la sala y que el telón se pueda abrir a tiempo para que comience la función.
Emeterio José Tarquinio (70) es el último gran acomodador sanfrancisqueño, que se desempeñó en los cines Colón y Radar y aún hoy sigue vigente, aunque recorriendo el pasillo de la sala del teatro Mayo. Lleva más de cuatro décadas en este trabajo y cuando se retire aportará un heredero: su hijo Federico, quien seguirá sus pasos para que no se extinga la imagen del acomodador.
"Mi pasillo es el derecho. Por acá voy solo y por el otro, el izquierdo, va mi hijo con Daniela Medrano, quienes siguen mis pasos y les tuve que enseñar porque esto no es para cualquiera", asegura Emeterio en el comienzo de la charla con LA VOZ DE SAN JUSTO, quien viste un elegante traje color verde oliva, una camisa y corbata a tono, y además luce un impecablemente peinado. Con linterna en mano, se encarga de dar las órdenes entre butaca y butaca.
"Paradito" esperando
Él está ahí, siempre, media hora antes de cada espectáculo: "Mientras llega la gente, yo ya estoy acá paradito en mi lugar esperando al público porque hay que acomodarlos como corresponde, con tiempo y no hacerlos esperar", afirmó.
Es el dueño de esos pasillos, el que va y viene, el que todo lo ve y el único que sabe la numeración de las cientos de butacas del teatro de avenida Garibaldi 38. "De izquierda a derecha, la primera fila contra la pared va del 1 al 7; la del medio del 8 al 19 y la última, del 20 al 26. La única que tiene menos es la fila número 29, porque tiene las dos columnas en el medio", aseguró. "Ya no estoy tan veloz como antes porque la salud me pasó factura", aseveró Tarquinio, quien estuvo muy enfermo pero sigue gastando las suelas de sus zapatos en el trajín de ir y venir.
"Cuando hay mucha gente hay que meterle pata. Usted imagínese el teatro Mayo lleno de gente. Cuando se venden muchas entradas le pedimos a Mauro (Reinero), dueño del teatro, que largue por lo menos media hora antes con el ingreso para que no se amontone gente en la entrada a la sala. Así hacía en el Colón y después en el Radar".
"Siempre pasa que la gente no espera que los ubique y se sienta en un lugar donde no es, hay un problemita que viene desde la entrada o cuando les digo dónde tienen que sentarse se equivocan. Por eso tengo por costumbre darles el papelito de su ubicación para que no haya problemas con los que vienen después". "A veces soy de caminar rápido y la gente que estoy por ubicar queda más atrás y es que los pasillos los conozco más que nada en el mundo", aseguró.
Aunque Tarquinio maneja una panadería de su propiedad junto a su familia, la tarea de acomodador es la que le apasiona. "Hice esto toda mi vida y lo voy a seguir haciendo", subrayó.
Hombre de cine
La tarea de Don Tarquinio arrancó en el ya desaparecido cine Colón, en Bv. 25 de Mayo al 1800, donde hoy funciona un paseo de compras y un edificio. "De muy chico iba los domingos a la matiné del cine Colón y después empecé a trabajar con la familia Fornero en la limpieza del lugar. A mis 25 años comencé mi tarea como acomodador y ahí quedé y seguí durante muchos años", recordó.
En la época de esplendor del cine local, la cantidad de personas no era la misma que la que asiste en la actualidad. "El cine Colón tenía la parte de abajo y la de arriba, como es el teatro Mayo. En el Colón yo tenía la función de acomodar a la gente arriba, en el pulman porque abajo estaban mis compañeros que más sabían". Cuando los mayores se jubilaron, de inmediato Emeterio pasó a trabajar "en las ligas mayores".
Explicó que uno de sus objetivos era que los espectadores disfruten de la película cómodos: "Con el paso del tiempo, más o menos los conocía a todos los que venían al cine Colón y sabía dónde les gustaba sentarse y los llevaba directamente. Siempre miraba atentamente cómo estaba la sala, para que no queden huecos y todos puedan disfrutar de las películas".
Del Colón, Tarquinio se trasladó al Radar para seguir con la misma tarea pero también trabajaba en un comercio. "Trabajé durante 28 años en Pinocho a la par de los cines. A mi casa iba de visita", chistó el entrevistado.
Por aquél tiempo había matiné, familiar, noche y trasnoche solo los sábados y Tarquinio estaba presente en la mayoría de las funciones siempre y cuando su trabajo como zapatero se lo permitiera: "Cuando era sábado que había trasnoche, iba a trabajar a la tarde a Pinocho y después iba al cine y volvía a mi casa como a las tres de la mañana. Estuve más en los cines y en el teatro que en mi casa y mi familia siempre me entendió".
El teatro Mayo también siempre fue su territorio y es donde aún continúa su trabajo. "Una vez que terminaba de acomodar en el cine Radar, me venía enseguida para trabajar acá - por el Mayo-. No había ningún problema entre los patrones porque yo cumplía con mi trabajo", aseveró.
Algo más que acomodar
Tarquinio no solo acomodaba a los espectadores sino que también imponía el "orden en la sala". "Me pasó una vez que había unos muchachotes, por no decir otra cosa, que se portaban mal en la parte de atrás de la sala 1 del cine Radar. Yo les decía, `Chicos, pórtense bien porque los voy a sacar´ y ellos me contestaban. Como no me hacían caso, hablé con los Fornero y los sacamos. Se enojaron porque les suspendimos durante un mes el ingreso pero después me saludaban. Entendieron que se portaron mal".
A Don Emeterio, los adultos de aquellos tiempos les confiaban a sus hijos: "Recuerdo que el doctor Daniel Casermeiro traía a sus hijos al cine y me pedía que se los cuidara. Yo no tenía problemas porque para mí era un placer, pero también una responsabilidad porque eran menores, pero él me decía que si se portaban mal que estaba autorizado a retarlos. El cine de aquellos días era otra cosa, los chicos iban y ahora no van más".
Todo en la memoria
En cuatro décadas los ojos de éste acomodador vieron tantas películas y espectáculos como nadie en esta ciudad: "Estuve enfermo hace tres años atrás y pensé que no iba a poder volver pero en todos estos años solo me perdí dos espectáculos".
"Estuve con Carlín Calvo cuando vino a San Francisco y tuvo su ACV; Mónica Ayos, Carmen Barbieri, Santiago Bal, que era un poco más seco de carácter; Nora Cárpena, una mujer muy recta y China Zorrilla, que tenía una humildad y un trato excelente. Nunca me saqué una foto pero todo quedó acá -señalando su cabeza- y es lindo poder compartirlo con los lectores de LA VOZ DE SAN JUSTO", indicó.
Titanic, la última función
El reconocido acomodador trabajó en el cine Radar hasta la primera semana que se estrenó Titanic, una de las películas que más espectadores convocó a nivel mundial en 1997 y en San Francisco no fue la excepción. "Me retiré del cine Radar antes de la segunda semana que se dio la película y renuncié por motivos personales".
Desde aquél momento, el acomodador no volvió a pisar las salas de calle Iturraspe y fue una o dos veces al Nuevo Cine Radar como espectador mientras continúa con su trabajo en el Teatro Mayo. "Me dio mucha nostalgia ver el cine tan cambiado. Recuerdo cada rincón del viejo Radar; donde estaba la máquina de proyección", dijo nostálgico.
Ser acomodador para Tarquinio es algo más que un trabajo: "Es el trato con la gente. Hice amistad con muchos, a las mujeres que vienen solas las ubico y las acompaño".
Al consultarlo sobre hasta cuándo trabajará, Emeterio sostuvo que por el momento no lo piensa: "Voy a hacer esto hasta que diga basta, pero por el momento no pienso dejar. Es un trabajo que me gusta y espero que mi hijo Federico, al que le enseñé, continúe con esta tarea que poco a poco va desapareciendo", concluyó.