Deporte y dignidad
La dignidad es un atributo que las personas tienen por el solo hecho de ser. La dignidad deportiva se construye en los terrenos de juego, pero partiendo desde los cimientos profundamente humanos de cada persona.
El mundo del deporte tiene aristas bien pronunciadas. De un lado los atletas o equipos exitosos que llegan bien alto en sus logros y son unánimemente elogiados. Del otro, los que aun siendo enormes deportistas, sufren el escarnio por alguna derrota y son objeto de todo tipo de insidias que se multiplican por las nuevas tecnologías comunicacionales.
En un mismo día, con repercusiones bien distintas, dos ejemplos argentinos mostraron ambas caras. Emanuel Ginobili, el basquetbolista más importante de la historia nacional, fue objeto de un homenaje emocionante que perdurará en la memoria colectiva cuando su camiseta número 20 fue retirada por la franquicia de la NBA en la que desarrolló su trayectoria: San Antonio Spurs. Horas antes, en medio de un entrevista, Gonzalo Higuaín, futbolista de primer nivel mundial, anunciaba que "para alegría de muchos" consideraba cerrada su etapa en el seleccionado nacional de fútbol.
A la hora de rescatar las figuras más sobresalientes del deporte argentino, Ginobili estará en el podio seguramente. Porque sus condiciones de atleta están basadas en una personalidad centrada en valores humanos vigentes en todas las épocas: superación, concentración, humildad, búsqueda de la excelencia, esfuerzo, trabajo, compañerismo, amor por la familia, entre otros. Todo esto quedó reflejado en el emocionante homenaje que recibió en el estadio que lo vio lucirse. En su figura, el básquet argentino, el deporte de este país, recibió un reconocimiento notable. Las repercusiones mundiales de este suceso suenan lógicas a la luz de la trascendencia del personaje y de sus valiosos atributos.
Cruzando el océano, un futbolista decía adiós a la camiseta celeste y blanca luego de años de demostrar en cada estadio conductas y valores similares a los del gran basquetbolista bahiense. La trayectoria deportiva de Gonzalo Higuaín es también muy importante. Lo sigue siendo. Pero un par de situaciones de juego en las que no tuvo la fortuna de marcar, lo convirtieron en el objeto de la burla más atroz y escandalosa. Pasó de los elogios exagerados a los reproches también desmesurados. Y se transformó en personaje de "memes" irónicos y agresivos, así como víctima de comentarios negativos tan extendidos e irracionales que incitaron a colocarlo en el cadalso de la opinión pública.
Como pocas veces, fue notoria la dicotomía que producen el maniqueísmo, el chauvinismo exagerado, la grieta indisoluble y la soberbia con la que se juzgan cuestiones del deporte y de tantos otros aspectos de la vida nacional. Por fortuna, los dos atletas dieron, en un mismo día, un ejemplo notable de dignidad deportiva y humana. El primero demostrando que estar en el centro de la escena y ser objeto de un homenaje tan apropiado no altera las prioridades de su vida, ni tampoco la conduce a desdeñar aquellos principios en los que se sustentó para ser merecedor de tantos elogios. El segundo, utilizando las mismas herramientas éticas para anunciar su decisión y dejar en evidencia a quienes, con masividad inusual, decidieron proyectar en él su propio fracaso.
La dignidad es un atributo que las personas tienen por el solo hecho de ser. La dignidad deportiva se construye en los terrenos de juego, pero partiendo desde los cimientos profundamente humanos de cada persona. En un mismo día, dos deportistas excepcionales de nuestro país, en circunstancias absolutamente diferentes, dieron cátedra de decencia, mesura y seriedad. Señalaron ambos el mismo camino. Y eso es tan valioso como, a veces, poco advertido.