Depende de la insulina para vivir y pide educar para no discriminar
El día a día de Milena, una joven con diabetes tipo 1. "Para mí el no puedo no existe", asegura y dice que con su testimonio busca concientizar.
Por Isabel Fernández
Milena Pizzi tiene 24 años y hace 17 que convive con diabetes tipo 1, y como todas las personas con este trastorno metabólico crónico tuvo que aprender a convivir con ella.
Los niños y jóvenes que tienen diabetes deben enfrentar situaciones especiales que pueden ponerles obstáculos en el tratamiento y control de este trastorno, generando un fuerte impacto en ellos y sus familias.
Viajes, fiestas de cumpleaños, eventos, reuniones sociales, plantean interrogantes sobre cómo se debe actuar y cómo debe intervenir el entorno para evitar que se genere discriminación.
En la diabetes tipo 1, el páncreas produce poco o nada de insulina. El objetivo del tratamiento es mantener niveles normales de azúcar en la sangre mediante el control regular, la aplicación de insulina, la dieta y el ejercicio.
Para Milena "la educación es la principal herramienta" para manejar esas situaciones ya que se pueden incorporar conocimientos que mejoren la calidad de vida. Hoy brinda su testimonio y experiencia a LA VOZ DE SAN JUSTO con el objetivo de concientizar y educar a toda la comunidad sobre lo que implica vivir con diabetes tipo 1, que obliga a quien la sufre a inyectarse insulina.
Primero comenzó a colocarse insulina con jeringas descartables, después con "lapiceras" y actualmente tiene una bomba de insulina que lleva desde hace cuatro años.
"Para mí, la diabetes tipo 1 ya dejó de ser una carga, es parte de lo que soy", aseguró Milena y recordó que el "acceso a alimentos y bebidas que no condicionen el estado de la persona con diabetes, el correcto manejo del tratamiento y el uso de medicamentos e insumos hacen que no haya situaciones traumáticas".
Remarcó: "La educación de cada uno es fundamental y se transmite a los demás, es la herramienta para manejar esas situaciones especiales. Cuanto más conocemos, más herramientas tenemos para cuidarnos y menos problemas se van a plantear. Es todo y debe ser constante porque van avanzando mucho las cosas".
Milena añadió que llegó a tomar conciencia "a través de la educación, porque con la bomba de insulina es muy importante el conteo de hidratos de carbono, entonces tuve que averiguar y aprender a cómo leer las etiquetas de los alimentos para saber cuántos hidratos de carbono tenían".
Al mismo tiempo recordó que hace años el tratamiento "se basaba en conseguir alimentos con la etiqueta que diga 'sin azúcar', actualmente con los avances y la educación que recibimos en los distintos encuentros, nos damos cuenta que no hace falta un producto especial o diferente porque se puede comer de todo, pero hay que saber cómo, cuándo, en qué cantidad".
Recordó que ya es difícil ser adolescente y con la mochila de la diabetes es más complicado. "En esto también tiene mucho que ver la educación en la casa y también la libertad que le den los padres a los niños o jóvenes con diabetes".
"Muchos tienen miedo pero hay que dejar que prueben el ensayo-error para poder enseñarles, no sirve prohibir, cambiar horarios de comida o no permitir que compartan la mesa con otros miembros de la familia", advirtió.
Más concientización
Sobre las situaciones especiales que enfrentan los niños y jóvenes con diabetes tipo 1, Milena afirmó que se centran "en los eventos especiales como salidas, viajes o fiestas y ahí nos damos cuenta de la diferencia de los que tienen diabetes y los que no".
"En esas situaciones especiales todavía se nota la falta de concientización y educación que hay en la comunidad -advirtió-. Siendo estudiante de educación física fui a un campamento como coordinadora y una niña tenía diabetes. Para mí era un campamento más, sabía como organizar mis cosas y qué llevar, estaba tranquila. Sin embargo descubrí en el momento de la comida que la nena no quiso tomar"
Continuó relatando que en esa oportunidad pasó con dos jarras de jugo, una con azúcar y la otra no. "Cuando le ofrezco jugo a la nena, ella me dijo que no, que tomaba agua porque pensaba que el jugo que servíamos tenía azúcar. Enseguida le dije que no, que una de las jarras tenía jugo sin azúcar y la otra el que sí tenía. La invité a que comparta el jugo con sus amigas y la nena estaba muy feliz de poder tomar un vaso de jugo, porque de otra manera se limitaba al agua", continuó relatando.
Añadió que para cualquier persona "puede parecer algo insignificante, pero tener algo diferente al resto condiciona y más siendo chico, en ese momento un vaso de jugo puede significar mucho".
Cómo vive los viajes y fiestas
Comentó que lo mismo ocurre en las fiestas de cumpleaños o cuando se viaja. "Es importante organizar todo, saber qué comer, cuántos insumos de tiras reactivas e insulina llevar, como conservarlos, qué comida hay en el lugar donde vamos", dijo.
"Hace unos años fui a Brasil y ahí se me planteó la duda -recordó-, porque la comida es distinta y todo fue aprender, el ensayo-error, porque me he equivocado muchas veces. Pero me informé sobre los horarios y decidí aprovechar las frutas y verduras".
Afirmó que también a veces pasa que en un comedor o en una fiesta "no hay gaseosa o jugo sin azúcar. Eso te da bronca porque el resto toma gaseosa y nosotros debemos recurrir solo al agua. En los boliches muchas veces no hay gaseosa sin azúcar y muchas veces terminé llevando un sobrecito de jugo sin azúcar en la mochila para no tomar agua".
"En las fiestas también es complicado, antes cuando no tenía la bomba de insulina tenía que inyectarme para cenar y si después la cena se atrasaba una hora o media hora, ya era todo un problema y había que recurrir a un caramelo o pan para no sufrir hipoglucemia", dijo.
Destacó: "Creo que en estos espacios debe haber opciones para todos, para quienes no tienen nada, para diabéticos e incluso para celíacos y eso es sobre lo que hay que concientizar. Aunque gracias a Dios está pasando cada vez menos, porque la gente está tomando más bebidas sin azúcar que con azúcar por una cuestión de que es saludable, no por los diabéticos".
"Los diabéticos no podemos tomar bebidas con azúcar y aunque algunos piensen que por una vez no nos hace nada, es muy significativo el daño que nos hace. Al ser una enfermedad silenciosa los efectos no se sienten en el momento pero a la larga trae consecuencias que no son reversibles", aseguró.
Finalmente Milena, quien integra y trabaja activamente en la Asociación Diabéticos Unidos (ADU) San Francisco, invitó a los jóvenes con el trastorno a acercarse al grupo "Jóvenes de ADU" donde podrán encontrar apoyo. Las reuniones se realizan el primer y tercer viernes de cada mes. Más información y contacto en Facebook: Jóvenes de ADU.