De empleados a dueños: cuando una oportunidad golpea a la puerta
Fueron empleados de años y conocen muy bien el negocio. Hoy, antes de que bajen las persianas por la crisis económica u otra situación, se animaron y se hicieron cargo del lugar. La lucha en tiempos de crisis y el desafío de mantener a viejos clientes pero también atraer a los nuevos.
Como suele suceder en tiempos de crisis, muchos comerciantes deben lucharla un poco más para poder subsistir. Y en ese camino, algunos deciden tirar la toalla. O quizás no es una cuestión coyuntural sino personal, que por cansancio un propietario decide cerrar su local.
Pero cada crisis, económica o personal, se suele decir, trae una nueva oportunidad. En este caso para los empleados, que antes de quedarse en la calle toman la posta y deciden seguir adelante con ese negocio que tenía fecha de vencimiento, apoyados en la experiencia que supieron adquirir a los largo de los años. En San Francisco hay ejemplos de esto.
Desde hace 7 meses, Marcela Alejandra Duarte está a cargo de Juana Mujeres, una tienda de ropa femenina en barrio Catedral. En enero del año próximo, terminará de pagar el fondo de comercio a la exdueña y su exjefa Liliana, para finalmente comenzar a escribir un nuevo capítulo de la historia de este lugar.
"Hay muchos gastos fijos que son los que te matan pero poco a poco nos vamos acomodando y uno no está ajeno a la crisis. Con mi marido estamos haciendo un enorme esfuerzo pero no podía quedarme sin trabajo siendo una mujer de 48 años", comentó Duarte a LA VOZ DE SAN JUSTO.
A la hora de las ventas, Marcela reconoció que no todo el mundo se mostró contento por el cambio pero siente el apoyo de antiguos y nuevos clientes. "Hay muchos que se mostraron contentos por el cambio y otros fueron un poco despectivos. Tengo una cartera importante de clientas y poco a poco, mientras anexo otras cosas, se van sumando nuevas mujeres".
"Por suerte el negocio no empieza de cero. Nunca imaginé estar en este lugar del mostrador pero Dios me bendijo con esto", reflexionó.
De "des" empleada a dueña
La historia de Marcela es como la de muchas mujeres. Tenía trabajos esporádicos, por temporada, de esos que empiezan y terminan rápido. Y siempre tuvo que volver a empezar.
"Acababa de terminar un trabajo temporario en una librería y me quedé sin trabajo. Un día, paso frente a este negocio y veo que Lili, que había sido clienta mía cuando tenía yo un negocio de venta de quesos, había inaugurado una tienda de ropas. Cuando lo vi, le dije: 'Liliana estoy sin trabajo, si necesitás a alguien, llamame' y ella me tomó los datos y me respondió que cualquier cosa me llamaba".
Por cosas del destino, la anterior empleada no pudo seguir trabajando, lo que le abrió la puerta a Marcela. "Me dijo que no sabía por cuánto tiempo me iba a dar trabajo pero fueron 6 años y acá estoy, ahora soy la dueña", rememoró.
La expropietaria del negocio confió a Marcela que cuando una de sus hijas quedara embarazada, ella abandonaría el negocio para acompañar a la familia y así fue hace 7 meses atrás. "Lili dijo que si algún día vendía el negocio, me lo dejaría a mí", recordó.
Marcela se prohibió de vacaciones, de salidas con su marido y de otros gastos para poder comprarlo y seguir pagando en cuotas la parte restante.
La amabilidad, la ropa acomodada y planchada, el orden en las prendas - y los números- fue parte del aprendizaje: "Tuve comercio pero nada que ver con esto, pero me gusta y mucho este desafío", afirmó.
Federico Pasero y Pablo Delgado se convirtieron en dueños
Mayo Sports, de Federico y Pablo
La mítica esquina destinada al hombre en 1º de Mayo y Libertad, en barrio Sarmiento, ya tiene 56 años de vida pero desde julio se observan nuevos carteles publicitarios en su interior y algunas modificaciones que poco a poco hacen notorio uno más importante: el cambio de dueño.
Desde agosto, Federico Pasero y Pablo Delgado, empleados del negocio de hace 11 y 30 años respectivamente, se convirtieron en socios y dueños de Mayo Sports.
"Como empleado uno siempre está más cómodo porque los problemas siempre lo absorbe la dueña, pero ahora estamos del otro lado", dijo Pasero a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Organizados y con "pasitos bien cortitos" como indicó el entrevistado, poco a poco el negocio va siendo de ellos, no solo económico sino simbólicamente, que es donde apuntan para conservar los clientes de siempre y atraer a las nuevas generaciones. "Fuimos anexando algunas prendas diferentes, cambiando de lugar otras, agregando cartelería. Vamos despacio pero con el apoyo de los clientes que nos tiran buena onda", aseguró el joven vendedor hoy convertido en dueño.
"Los proveedores también nos dieron una mano grande. Si bien nos conocían, ahora la relación que tenemos es diferente, nos van guiando y enseñando".
Otra novedad para los nuevos dueños es afrontar los gastos fijos. "Por ahí como empleado lo único que te preocupa es cobrar antes del día 10, pero ahora vemos que no es nada fácil paliar los gastos fijos de un local y juntar la plata", reflexionó Pasero.
A favor de los nuevos socios "no nos encontramos con las persianas cerradas sino con una oportunidad ante la crisis porque si no hubiera pasado esto, tal vez no estaríamos como dueños", agregó.
Al margen de los cambios de mando, el local, que es propiedad de la exdueña pronto se pondrá a la venta. Sin embargo, los socios lograron negociar y se quedarán hasta agosto de 2019. "El local, se venda o no, lo alquilamos hasta agosto del próximo año porque no queríamos irnos y cambiar para cuidar la clientela, pero la idea es conservar la esquina lo mayor posible. Si se vende, veremos qué pasa", adelantó Federico.
Compañeros, socios y vecinos
Desde julio pasado tanto Federico, de 30 años, como Pablo, de 49, conocieron la noticia de que el negocio iba a cerrar sus puertas. Uno de los empleados más antiguos llegó a un acuerdo pero los actuales socios sabían que iban a quedarse sin trabajo y tenían que lograr que su fuente laboral se mantenga.
"Le ofrecimos quedarnos con el negocio a modo de indemnización porque era el lugar donde trabajamos toda la vida, lo que sabíamos hacer. Para mí hubiera sido más fácil tal vez conseguir otro trabajo pero para Pablo tal vez no. En este momento no había alternativas y por eso decidimos seguir adelante".
De esta manera, desde hace dos meses, nació esta sociedad. "Nos conocemos dentro del local pero también somos vecinos y queremos que el negocio funcione", confió Federico.
"El tren pasa una sola vez y este era el momento. Es crítico para el país pero ya dijimos con Pablo, 'si salimos de esta, estamos salvados'".