Crecimiento del comercio electrónico
A pesar de las duras condiciones económicas que afrontó el país el año anterior, la facturación de este rubro tuvo un incremento significativo. Hoy es posible adquirir productos de cualquier lugar del mundo sin salir de casa, lo que está generando una nueva cultura comercial que obligará, sin dudas, a reconvertir muchas actividades del sector.
A pesar de las duras condiciones económicas que afrontó el país el año anterior, la facturación del comercio electrónico tuvo un incremento importante y significativo. De acuerdo a un informe publicado por el diario cordobés Comercio y Justicia, la venta minorista por Internet alcanzó a $206.000 millones en ventas, destacándose que la suma implica un crecimiento real en pesos frente a las ventas del año anterior ($136.000 millones) de 51,5%.
Pero además, siempre de acuerdo al referido informe, el porcentaje de compradores en línea subió de 67,6% de los usuarios de Internet en Argentina a 78,2% el año pasado. Y esto ocurrió bajo un panorama económico en el que las condiciones del mercado fueron negativas: la suba de tasas de interés determinó, por ejemplo, que las compras en cuotas se redujeran de manera considerable. En este marco, fueron muy raras las compras a planes de financiación mayores a 6 cuotas.
De todos modos, la situación del comercio electrónico en el país -al igual que en todo el mundo- asoma como promisoria. Las nuevas modalidades para comprar y vender establecidas por la irrupción de la tecnología en la vida cotidiana han llegado para quedarse. Y se han consolidado en los últimos tiempos, como consecuencia de la eficiencia de las medidas de seguridad y, fundamentalmente, de la confianza que los usuarios de Internet han generado mediante la experiencia de comprar y vender en línea.
El mundo globalizado y la vertiginosidad en la que vive son, entre otros, el origen del impulso del comercio electrónico. Pero lo que no debe perderse de vista es que la actividad es la misma. Es decir, el intercambio de productos o servicios por valores monetarios no ha cambiado. Sí lo ha hecho el modo cómo se produce. La tecnología ha determinado que las variables de tiempo y espacio ya no sean limitantes. Así como reconfiguró el mapa de las cadenas de comercialización, eliminándose muchas etapas de intermediación.
Si alguna desventaja puede encontrarse a estas nuevas prácticas es la pérdida de la comunicación cara a cara entre vendedor y cliente. La despersonalización es un fenómeno que las nuevas tecnologías han potenciado, aun cuando se optimicen los tiempos y se encuentren métodos ágiles y fáciles de pago, se elimine la restricción de horarios y también se abra la experiencia de compra a todo el globo.
Así las cosas, hoy es posible adquirir productos de cualquier lugar del mundo sin salir de casa, lo que está generando una nueva cultura comercial que obligará, sin dudas, a reconvertir muchas actividades del rubro. El desafío será encontrar los modos para que la seguridad esté siempre presente en este tipo de transacciones y también qué ajustes tendrá que hacer la actividad comercial tradicional para enfrentar el imparable e ineludible crecimiento de la venta electrónica.