“Costó mucho que me dijeran ingeniera”
Lorena Badaloni es la primera ingeniera en Higiene y Seguridad en el Trabajo de San Francisco y una de las pioneras en la provincia. Este título, que hoy es su profesión, secunda al que logró como química pero se convirtió en su forma de vida permitiéndole ser independiente y disfrutar de la maternidad.
En fábricas, escuelas, negocios, empresas, la Higiene y Seguridad ocupa un lugar fundamental para lograr la prevención de accidentes laborales y el mejoramiento continuo de las condiciones de trabajo.
En esos ámbitos, generalmente predominan los hombres, pero una mujer supo romper con los paradigmas y se impuso como ingeniera en nuestra ciudad.
Se trata de Lorena Badaloni (M.P. 25.469.572/4690), la primera ingeniera homologada en Higiene y Seguridad y pionera con su título en la ciudad y pionera en la provincia de Córdoba.
En el 2003, esta sanfrancisqueña se recibió de Ingeniera Química en la Facultad Regional de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), pero siguió capacitándose mientras comenzaba su proyecto de familia.
Mamá de Nicolás (14) y Francisco (6), decidió ir más allá de su título y se embarcó en un nuevo estudio que la llevó a independizarse como trabajadora y ser una de las más solicitadas en lo suyo.
Badaloni es uno de los tantos ejemplos de mujeres que se empoderan desde su trabajo sin dejar de lado los planes familiares. "Yo trabajo a la par de hombres, no hago diferencias y me han aceptado muy bien. No les quedaba otra, aunque a veces a los hombres les molesta. Cada vez más mujeres se están animando y hay más oportunidades para ellas", aseguró la profesional. Y agregó: "Costó mucho que me dijeran ingeniera. Siempre era señora o la chica de... Al cabo de dos o tres años, ya les decía que era ingeniera".
Multirubro
Fábricas del rubro metalúrgico, empresas alimenticias, agropecuarias, tendido de redes, obras en construcción, movimiento de suelo, recolección de basura, supermercados e instituciones educativas; en esos ambientes se mueve Lorena, que no duda en ponerse un casco y los botines de seguridad para que cada lugar funcione a la perfección y se pueda prevenir cualquier accidente.
Ella no trabaja sola, sumó a las técnicas licenciadas Melisa Pérez y Alexandra Giaccone, que cada una realiza su aporte. "Revalorizo el trabajo en equipo porque esa es la mejor manera de llegar a cumplir un objetivo común", confió.
Sus conocimientos los comparte también a nivel terciario y universitario en la Tecnicatura en Higiene y Seguridad en el nivel terciario de la Escuela Normal Superior "Dr. Nicolás Avellaneda" y en la licenciatura y tecnicatura a distancia de Higiene y Seguridad de Universidad Fasta, como tutora.
"La química me ayudó para ser lo que soy hoy y para formarme como ingeniera en higiene y seguridad. Esta segunda carrera me dio la independencia necesaria para poder ser una profesional completa"
Del laboratorio al cuidado en el trabajo
Tras recibirse en el 2003 en la UTN San Francisco y con un hijo que necesitaba toda su atención, Badaloni se dividió entre la maternidad y los horarios laborales a los que están expuestos los ingenieros químicos. "Hice mi tesis con Nicolás, hoy de 14 años, en la panza. Tengo fotografías de él comiendo su primera papilla y yo preparando mi presentación final", recordó.
El curso de Badaloni en UTN eran 60 estudiantes, de los cuales 30 eran mujeres. Solo 5 de ellas se convirtieron en Ingenieras Químicas que siguieron su camino hacia la docencia y doctorados, pero Lorena decidió tomar otro rumbo profesional. "Siempre las mujeres fuimos más aplicadas al estudio y la mayoría de mis compañeras se dedicaron a la docencia, mientras que otras continuaron la carrera como Doctoras. En mis tiempos, siempre buscaban ingenieros hombres para pasantías por los horarios o porque pensaban que solo ellos podían hacerlo".
En 2005, Lorena encontró la carrera en Higiene y Seguridad en el Trabajo, algo que descubrió trabajando en una fundición local. La búsqueda la llevó a la Universidad del Centro en Olavarría, en la provincia de Buenos Aires, donde cursó esa especialidad. "En aquel tiempo, cuando estaba recibida, era muy difícil encontrar trabajo como ingeniera química. Tenía un puesto en una fundición donde empecé a conocer de cerca lo que era la higiene y la seguridad, y me dí cuenta que era algo que me podía dar más independencia en el trabajo", rememoró la entrevistada.
Entre faxes y algún correo electrónico que poco a poco comenzaba a ser una importante vía de comunicación, Badaloni logró inscribirse y comenzar esta nueva etapa de formación para abrirse camino en una nueva profesión. "Los tiempos aquellos eran difíciles para inscribirse o cursar, pero era a distancia y solo tenía que ir a rendir los exámenes".
Lorena junto a sus hijos
La ingeniera, pudiendo acomodar su trabajo y la familia, viajaba cada cuatrimestre para rendir cuatro materias juntas los viernes y sábados. Dos años después, logró su título tan anhelado. "La química me ayudó para ser lo que soy hoy y para formarme como ingeniera en higiene y seguridad. Esta segunda carrera me dio la independencia necesaria para poder ser una profesional completa", concluyó.
Los varones mandan en las aulas pero no en química
En la Facultad Regional San Francisco de la Universidad Tecnológica Nacional, los varones siguen liderando las aulas. Actualmente, hay 1716 varones (58%) y 1225 mujeres (42%) activos en los niveles de pregrado, grado y posgrado.
Sin embargo, en Ingeniería Química, de los 374 alumnos que están cursando actualmente, 251 (67%) son mujeres mientras que 123 (33%) son hombres.
Esta superioridad de género se da solo en esta ingeniería, teniendo en cuenta la oferta académica de UTN: Sistemas de Información, 77% varones contra 23% de mujeres; Electromecánica, 97% hombres y 3% mujeres y Electrónica, con 96% de población masculina y 4% de estudiantes mujeres.