Cecilia, la mamá que desafió a la ciencia por su hijo
Santino nació de 35 semanas de gestación y por una mala praxis, padece de parálisis cerebral e hipoacusia bilateral. Contra todos los pronósticos médicos, su mamá Cecilia Chiabodano persevera y lucha por la recuperación de su hijo. Hoy Santino camina y se comunica: "Me dijeron que iba a ser un vegetal. Hoy es un niño feliz".
Por Stefanía Musso
Para María Cecilia Chiabonado y su esposo
Diego, Santino era un niño muy esperado. El destino quiso que naciera antes de
lo esperado y desde ese momento su vida se convertiría en una prueba constante
para una mamá que se aferra a la fe y a la perseverancia para revertir lo que
la ciencia se niega a creer que es posible. Santino nació de 35 semanas de gestación y por
no desarrollar sus pulmones, fue sometido a una serie de tratamientos en el
área de Neonatología que terminaron en una mala praxis. Con médicos de todo el
país afirmando que el pequeño Santino no sobreviviría, este bebé es hoy un niño
de 9 años que con su parálisis cerebral diagnosticada e hipoacusia bilateral,
se moviliza por sus propios medios, se comunica con el exterior y va al cuarto
grado de la escuela Rio Negro con ayuda de una maestra integradora. Todo aquello que los médicos consideran un
milagro, sin dudas tiene como pilares la fe en la oración y la perseverancia de
una madre que nunca bajó los brazos y que supo desde el primer momento que iba
a salir adelante. Diez terapias, rehabilitación diaria,
estimulación constante y el amor de una mamá acompañada por su esposo y
familia; hicieron que todo lo que dicen los libros se derribara en una persona:
Santino. Santino juega, se divierta, busca a su mamá a
quien acaricia y mira con sus profundos ojos claros. Un niño feliz de 9 años. "Santino
nació de 35 semanas de gestación y le faltaban madurar sus pulmoncitos. Solo necesitaba
estar en la incubadora. La mala praxis por falta de oxígeno de cerebro derivó en parálisis
cerebral, en hipoacusia bilateral por unos medicamentos que le suministraron
cuando nació y trastorno de atención". "Todo esto que yo sé es porque a Santi lo
estudiaron y enviaron muestras a Alemania
y en Estados Unidos, y todos afirmaron que fue una mala praxis", indico esta
mujer. "Toda la energía que tenía y tengo es para
Santino. Todos los médicos que lo vieron me dijeron lo mismo, que él iba a ser
un vegetal, que iba a quedar postrado de por vida y acá está; caminando con
nosotros y comunicándose", afirmó orgullosa. En Santino, todo es milagroso. "A los 24 días
de vida, acompañada de la kinesióloga que lo asistía en la terapia concurrimos
a la misa de sanación del sanatorio y a la madrugada siguiente y de manera sorpresiva
para los médicos se quitó el oxígeno y comenzó a respirar por sus propios
medios. El 1 de septiembre de 2016, a los 4 años, empezó a caminar". Los médicos tampoco entienden cómo logra
comunicarse. "Ellos no entienden cómo puede escuchar si es hipoacusico. Por eso
le dije a los médicos que nunca lo voy a abandonar porque sé que él puede
hacerlo y va a salir adelante. Sé que, de acá a algunos años, él va a hablar.
Es un niño feliz". La recuperación de Santi es gracias a la
incansable tarea esta mamá. Cecilia deja su trabajo como policía y por la
tarde, dedica todo su tiempo a la rehabilitación de su hijo. "Santino hace diez
terapias distintas, asiste a tres centros diferentes. Lola es la segunda hija de los Antonino. "Era
difícil pensar en tener un hermanito, con los miedos propios de lo vivido con
Santino pero los psicólogos nos decían que nuestro hijo tenía que tener a
alguien en su vida" Cuando Santino empezó a caminar, a los pocos
días Cecilia - quien padece trombofilia y celiaquía- supo que estaba embarazada de Lola. La pequeña es también una prueba en la vida de
esta madre porque la pequeña de solo 4 años fue diagnosticada con Diabetes Tipo
1 y celiaquía. Una serie de estudios e internaciones, la hicieron vivir
nuevamente a Cecilia todo aquello que vivió con Santino. "Fue muy shockeante
verla canalizada de sus dos brazos, internada por cinco días y saber que es insulinodependiente".
Para esta mamá que lucha constantemente por la
salud de sus hijos, "es un crecer día a día al lado de ellos. Al principio es
difícil aceptar lo que ocurre y empezar a afrontar lo que está pasando, pero te
vas adaptando a las realidades que nos tocan vivir". "Muchas veces me pregunté por qué y aun hoy lo
hago. Una vez una enfermera me dijo que no me lo pregunte, porque Dios sabe. ´Él
te lo envió por algo´, me dijo. Dios sabía que él tenía que llegar a vos,
porque vos lo ibas a sacar adelante", agregó. "Por mis hijos nunca voy a bajar los brazos.
Ser mamá de Santino y Lola es muy especial para mí. A las madres que atraviesan
lo mismo que yo, les digo que no bajen los brazos porque con el amor de un mamá
ellos salen adelante", concluyó.Un luchador
Santino junto a su hermanita Lola recién
nacida
Su otra misión