Cara es la ignorancia
La ciencia argentina atraviesa un momento crítico que no escapa de la realidad socioeconómica nacional. Desfinanciación, recorte presupuestario y cupos bajísimos de ingreso al principal organismo de ciencia del país. Cómo perder mentes extraordinarias, desarrollo y soberanía por una decisión ejecutiva.
Por Manuel Ruiz
Esta semana se conoció que de los 2.595 aspirantes a ingresar en la Carrera de Investigador Científico y Tecnológico (CIC) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) solo ingresaron 450. Es decir, solo el 17 % de los aspirantes a ocupar un cargo de investigador en el organismo del Estado Nacional, que tiene como objetivo central fomentar y financiar la investigación científica y tecnológica y las actividades de apoyo que apunten al avance científico y tecnológico en el país, al desarrollo de la economía nacional y al mejoramiento de la calidad de vida.
Así, el Conicet dejó afuera a 2145 científicos con títulos doctorales y post doctorales que desde su capacidad intelectual, formación académica y contracción al trabajo, pueden mejorarle la calidad de vida a los argentinos.
Pero, ¿el reclamo que se dio esta semana por parte de las científicas y científicos de todo el país es tan importante? ¿Por qué esta semana 140 directores de institutos del Conicet se reunieron en Córdoba para volver a plantear el estado de ajuste y desfinanciación por parte del gobierno nacional que atraviesa el sector?
Cuando Domingo Cavallo y Carlos Menem, ex ministro de Economía y ex presidente de la Nación, respectivamente, mandaron literalmente a lavar los platos a los científicos a mediados de la década del 90, no lo hacían por ser meramente confrontativos contra un reclamo organizado, sino que mientras mandaban a fregar a las mentes más brillantes del país, desmantelaban el Conicet, llevaban el número de ingresos a cero, no giraban presupuesto, cerraban áreas de investigación y desarrollo. Sería el kirchnerismo, primero durante la presidencia de Néstor Kirchner y luego con la llegada de Cristina Fernández, donde la ciencia nacional encontraría alivio y dignidad y también a los miles y miles de científicos que emigraron durante los 90 para hacerle ciencia a otro país que decidiera pagarle. En los días kichneristas, hubo un hito central: en diciembre de 2007, Fernández de Kirchner creaba el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva, que estaría a cargo del doctor en química Lino Barañao.
Luego hubo otro: en 2013, el propio Barañao, ya en el segundo mandato de CFK, creó y puso en funcionamiento el Plan Argentina Innovadora 2020, que en su fundamentación para su aplicación explica que la ciencia, su desarrollo, la tecnología e innovación es fundamental para el bienestar social del país. Y que entre otras cosas, proyectaba a largo plazo y con números precisos la cantidad de becarios doctorales, post doctorales e investigadores que debería ingresar año tras año, para garantizar el desarrollo, fortalecimiento y sostenibilidad de la ciencia en Argentina. Pero, pasaron cosas.
Ezequiel Arrieta, sanfrancisqueño y becario doctoral del Conicet
Desde el 2018 en adelante
En septiembre de 2018, el presidente Mauricio Macri degradaba nuevamente a secretaría al ministerio, área que ahora dependería de Educación.
"Lino Barañao como ministro crea el Plan Argentina Innovadora 2020, que proponía un cambio del sistema científico estatal que Argentina tenía hasta ese momento. A pesar de que Lino Barañao, ahora Secretario de Ciencia y Tecnología sigue estando al frente, es la persona que justifica los recortes. El mismo creador de ese plan está justificando el ajuste", dijo a LA VOZ DE SAN JUSTO el sanfrancisqueño y becario doctoral del Conicet desde 2016, Ezequiel Arrieta.
"Hay que partir de la base que la ciencia y la tecnología de un país es muy importante, porque el desarrollo de esas dos cosas, y la educación, está asociado a la democracia, la justicia, y la prosperidad en términos económicos y sociales. No hay ningún país que se haya desarrollado, sin ciencia y tecnología detrás", afirmó Arrieta mientras sostuvo que "el plan de Barañao ya está desmantelado. No existe más. Para mí, y aunque haya crisis económica, la ciencia nunca es un gasto, es una inversión, pero lamentablemente para los políticos argentinos la ciencia siempre va a estar después de algo".
Ese plan de Barañao del que habla Arrieta indicaba que en 2018 los investigadores de Conicet debían ser 12.293, pero, por decisión del gobierno nacional, en 2017 solo ingresaron 600 y este año, lo dicho más arriba, 450, lo que hace que en vez de ese número proyectado en 2013 para garantizar la calidad institucional de la ciencia nacional los investigadores en 2018, sean 10.786. Menos científicos, menos ciencia, menos desarrollo, menos bienestar social. Un plan estratégico corrompido y este año, alrededor de 2100 científicos que luego de 12 años de formación, no tienen trabajo formal y estable.
El mérito: para poquitos
"El Conicet es el organismo más meritócrata que tiene el país. Simple: se juntan un montón de científicos y analizan los curriculums de los científicos que quieren ingresar. Y ahí puntúan y ponen un punto de corte. Entran los mejores, no cabe duda", explicó Arrieta en tono apto para todo público, como el proceso de ingreso para la carrera de investigador.
Y quizás ese recorte en el recurso humano capacitado se deba a una política de Estado. A una decisión del Ejecutivo nacional a ajustar la ciencia y técnica del país.
En 2015, la inversión en ciencia y técnica significaba el 0,63 % del Producto Bruto Interno (PBI). Ese mismo año y en un clima electoralista signado por las elecciones presidenciales de ese año, Mauricio Macri prometía duplicar ese presupuesto y llevarlo a 1,5 % del PBI nacional. Pero, luego de asumir y de tres años de caída en los presupuestos asignados para el sector, los informes del Ministerio de Hacienda analizados por el sitio especializado chequeado.com, indican que en 2018 el área de ciencia y técnica representó el 0,26 % del PBI y que en ese mismo año representó el 1,13 % del gasto total del país, volviendo a niveles de 2001. Más grave aún, el gasto presupuestado para ciencia y técnica en 2019 fue de 1,11 % del Presupuesto Nacional, llevando los números a 1993, década en que Cavallo y Menem mandaron a lavar los platos a los científicos.
"Personalmente, yo laburo con datos. Entonces no necesito reactivos y laboratorios. Pero lo que veo a mi alrededor, a mis compañeros del Imbiv (Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal), es complicadísimo. En estos años cambiaron un montón las variables económicas que afectan y mucho al Conicet: la inflación, la devaluación del peso y que ya no fluyen los presupuestos que había antes", consideró.
Luego, Arrieta expresó: "Un laboratorio necesita no solo la gente que trabaja ahí, a la cual se le paga un sueldo, que como el sueldo de todos los trabajadores se desvalorizó rotundamente por la inflación de más del 40 % que hay en el país, sino que también tenés que mantener ese lugar, con personal de limpieza, que acá en el Instituto se recortó parte de ese personal, entonces los mismo científicos son los que tienen que limpiar el establecimiento. Necesitás aprovisionamiento constante de combustible para los generadores, por las dudas que se te corte la luz. Porque si se te corta la luz, las muestras, por ejemplo, que es un trabajo de años tomarlas y conservarlas, se pueden pudrir y tenés que empezar todo de nuevo. Pero por ejemplo, para trabajar esas muestras necesitas reactivos que en Argentina no se producen y los tenés que comprar afuera, en dólares, y a vos el presupuesto te lo dan en pesos y no dolarizado. El retraso en la ejecución de los presupuestos ha sido terrible para la actividad científica, para el desarrollo científico. Si yo en 2016 te hago un presupuesto para comprar material de trabajo, pero vos, el Estado, me lo das en 2018 con dos años de una devaluación del peso terrible, esa plata en 2018 ya no alcanza. Y los científicos están haciendo malabares para seguir laburando", narró Arrieta, sobre el día a día de la ciencia nacional.
Esta semana, el 10 de abril, se celebró el Día del Investigador Científico en honor a Bernardo Houssay, cofundador del Conicet y ganador en 1947 del Premio Nobel de Medicina.
El médico y farmacéutico argentino fue contundente en 1967 al decir: "La ciencia, la técnica y la investigación son la base de la salud, bienestar, riqueza, poder e independencia de los pueblos modernos. Hay quienes creen que la investigación científica es un lujo o un entretenimiento interesante pero dispensable. Grave error, es una necesidad urgente, inmediata e ineludible para adelantar. La disyuntiva es clara, o bien se cultiva la ciencia, la técnica y la investigación y el país es próspero, poderoso y adelanta; o bien no se la práctica debidamente y el país se estanca y retrocede, vive en la pobreza y la mediocridad. Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico tecnológico. Y los países pobres lo siguen siendo si no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia".