Caballeros de la noche y el calor:cómo vivir trabajando 24 horas
Gabriel Godoy y Claudio Gudiño se ganan la vida como trabajadores en la calle, uno vendiendo pan casero y el otro, pintando casas. Cuando cae el sol sus vidas dan un vuelco, se sacan una "pilcha" y vuelven al ruedo.
Gabriel Godoy tiene 52 años, trabaja vendiendo pan casero, su puesto está en la Plaza Vélez Sarsfield aun cuando hace calor. Del otro lado está Claudio Gudiño, que tiene 51 y se gana la vida pintando casas. Su rutina de "laburantes" no para nunca porque de noche se transforman en un "trapito" y un acordeonista. ¿El calor?. "Es un agregado más", coincidieron los dos.
San Francisco en enero tiene un nivel de actividad menor, la gente disfruta de las plazas, los chicos aprovechan los juegos. En "la Vélez" encontramos a Gabriel y arreglando su casa se encuentra Claudio. Los dos tienen un doble oficio además del título de buscavidas. Las noches no son para descansar para estos dos hombres se sigue trabajando.
De día
¿Acuánto el pan? Consultamos y responde con una sonrisa: "$25 el común y $35 relleno.Está de moda prepararlos así. Son muy ricos y la gente los compra, en especial los jóvenes".
Godoy es un ávido lector de LA VOZ DE SAN JUSTO, todos los días llega desde barrio La Milka con su bicicleta a su puesto en la plaza. Sólo le basta la gorra y la canasta donde resguarda sus panes. El sol mientras tanto pega fuerte porque apenas son las 16, el calor hace estragos los récords en el termómetro.
Gabriel está todos los días, pero los domingos son sus jornadas más ajetreadas. "Vendo más especialmente los domingos, porque la plaza se llena y hay mucha más gente aunque sea de paso", comenta mientras disfruta de la sombra de los árboles del lugar.
Usualmente está "cuatro horas o tres y media, dependiendo el día".
"Hace dos años que estoy con este puesto y que vengo a la plaza", describe y agrega: "Hacía falta trabajo y plata, además en algo hay que ocuparse y trabajar". No es su único oficio, también lleva cartas a los domicilios y reparte folletos. "Lo hago medio día y medio día. Ya me acostumbré a esto y aparte me gusta".
Por día lleva entre 30 y 40 panes, "ahora se está vendiendo poco", dice. "En invierno fácil se venden 120 panes, igual que el dicho se venden como pan caliente", sintetiza entre risas.
El recorrido sigue en el camino encontramos a Claudio. Está haciendo unos arreglos en su casa mientras toma unos mates. San Francisco arde, la temperatura se acerca a los 40º. Gudiño es pintor como principal oficio en su vida. "Empecé a pintar porque no quise estudiar en ese momento pensaba que era una cárcel y nunca me gustó estar encerrado. Mi viejo me dijo que algo tenía que hacer y me empezó a llevar a las obras", abre la conversación.
Gudiño es un apellido conocido. Claudio tiene su pequeña empresa con su padre Juan, llevan toda la vida embelleciendo casas. Su padre tiene 80 años y sin embargo sigueaguantando el sol y el calor "porque no concibe estar sin hacer nada".
"En verano con el calor tratamos de entrar lo más temprano posible para que no nos dé el sol. Pero a veces si son casas de familia tenemos que ir más tarde porque siempre hay chicos y gente que va y viene", explica.
Un poco por la edad pero también por los cambios en el clima Gudiño rememora: "Antes no se sufrían estos calores, podía ser cualquier hora y haber sol pero no importaba. No sé si será porque yo era mucho más joven en ese momento. Hoy si salís al mediodía y entrando y saliendo de una casa - que muchas veces tienen aire acondicionado - te morís porque es mucho más fuerte el golpe", sintetiza.
Claudio Gudiño aprendió que "hay que cuidar el dinero" ganado cuando se
vive de changas. De noche le da rienda suelta a su pasión por la música y el
acordeón.
De noche
Cuando todos se van a descansar y los horarios normalmente de trabajo finalizan, Gabriel y Claudio se cambian y siguen en el ruedo laboral.
En el caso de Godoy se transforma en "trapito", aun pese a la mala fama que les han hecho a los cuidadores de coches y motos.
"De noche trabajo como cuidador de autos en el Club Redes Argentinas, yo cobro $10 la moto y $20 el auto. Ahí el dueño me da el lugar y yo me quedo toda la noche. La gente me deja propina, se hace también la diferencia. A veces hasta $600", concluye.
A Claudio es usual verlo los fines de semana conduciendo su colectivo, dirige su mítica banda "Claudio y la Banda Brillante" y sale a la ruta con su padre y compañeros para subirse después al escenario.
"Cuando dejé la escuela, a la par de eso estudiaba acordeón y me empecé a dedicar de jovencito a trabajar y empecé con la orquesta y la salida a los bailes", afirma.
El calor lo sufren con el viaje y en el escenario pero "a la noche es otro sufrimiento" porque está animando a la gente y viéndola divertirse.
Estos dos trabajadores coinciden en dejar una reflexión importante, más allá del calor y del doble trabajo que llevan adelante. "No es nada fácil trabajar en la calle, sobre todo cuando pensás que si hay trabajo ganás una moneda y sino tenés que rebuscártela con lo que sea porque no tenés un peso. Tenés que acostumbrarte a guardar para esos tiempos", finalizaron.