Banquinas: un "misterio" peligroso
Es urgente que se plantee una estrategia de recuperación de banquinas en las rutas de la región y también en los accesos a los pueblos y ciudades. Porque el pésimo estado del pavimento, las obras que nunca se hacen o no se terminan y el tránsito cada vez más complicado ya son suficientes problemas.
El exdelantero y goleador de la Selección
Argentina, Gabriel Batistuta, se enojó días atrás por el estado de las rutas de
la provincia de Santa Fe, y publicó un comentario en su cuenta de Twitter.
Acompañó el mensaje con una foto en la que se puede observar el motivo de su
malestar. "Si no van a reparar las rutas del norte de Santa Fe por lo menos
corten el pasto para la seguridad de todos", apuntó el ex futbolista argentino,
señalándolo que como un problema de seguridad vial.
La queja de quien fuera un futbolista de excepción no sorprende. Es que el estado de la infraestructura vial en el país sigue dejando mucho que desear. Vaya si lo sabremos en esta región del país: la ruta nacional 158 es una calamidad, la 19 está saturada de tránsito así como su estrecha calzada es sinónimo de riesgo de vida y los trabajos de construcción de la autopista sufren reiteradas situaciones de parálisis. Solo la ruta provincial 1 ha tenido algunas mejoras por obras de bacheo, aunque todavía resta bastante para dejarla en condiciones óptimas de circulación.
Pero además, volviendo al reclamo del exfutbolista, las banquinas de todas las carreteras que atraviesan la ciudad están cubiertas por el malezal. Con solo recorrer algunos tramos se toma noción de un panorama de abandono que agrava el cuadro ya descripto. El conductor de un automóvil que sufra un pequeño desperfecto o deba detenerse por cualquier otra circunstancia tendrá que lidiar con yuyos de gran tamaño que se suman a los problemas momentáneos que puedan producirse. Además, en algunos casos, las malezas cubren por completo las defensas o los guarda railes (de por sí en bastante mal estado), lo que podría generar algún accidente con consecuencias más serias.
No hay sitio en el que no se observen malezas de gran porte que se transforman en testigos de las penurias a las que deben someterse los automovilistas estoicos que transitan por las rutas de nuestra región. Y no importa si están concesionadas, si se paga peaje o si está a cargo del Estado. En todos los casos el espectáculo del malezal en las banquinas es el mismo.
La prédica periodística ha hablado de este tema hasta el cansancio. Y las respuestas son mínimas. Los anuncios estridentes dan paso a las frustraciones evidentes y a los reclamos sin respuesta. Pero no queda otra que insistir: es urgente que se plantee una estrategia de recuperación de banquinas en las rutas de la región y también en los accesos a los pueblos y ciudades. Porque el pésimo estado del pavimento, las obras que nunca se hacen o no se terminan y el tránsito cada vez más complicado ya son suficientes problemas. Es un hecho que al costado de cada una de las vías de comunicación de la región se abre, inescrutable, un riesgoso misterio estrecho, fangoso, desnivelado y tapado por la maleza.